Lejos de poder representar sus emociones y dejarlo conmocionado. Quería y a la vez no podía sentirse bien estando con él. Ese francés intentaba llegar de alguna forma hasta su corazón y profanar lo que antes era suyo.
Lo amaba pero no tenía sentido...
Reluciente era esa sonrisa que acariciaba el alma y dilataba los ojos, reluciente era eso que no penso tener en mucho tiempo, reluciente fue el amor que le propuso durante todo el invierno...
El verano llegó para corresponder, derritiendo al frío hielo. Sin saber cómo explicárselo tuvo que despedirse también. Esperó y esperó pero no tuvo la misma suerte.
Nunca logro dedicarle el mismo calor que recibió en invierno.
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— Hey Spreen, ¿Tienes un momento? — se interpuso Roier en el camino, estuvo ausente durante unos días debido a la repentina ausencia de melanina en su cuerpo. Experimentaba una enfermedad hereditaria, llevándose un buen susto de por medio. Pensaba que se le iba a caer la piel. — He estado perdido estos días y me gustaría que me prestarás tus libros, más ahora que me lleve hasta la silla del profesor, ándale.
— No, si los quieres vas a pagarme, en tu vida piensa que te daré algo grátis. — se burla, su amigo no tendría problema, dar es dar, ¿No?, Su sonrisa se borró cuando Roier le comento sobre lo del beso en el baño con Shadoune.
— Pero bien que le andas lamiendo las patas al francés, ándale, ¡Después los vas a desechar cuando terminen las clases! — argumenta desesperado.
— ¡No fue un beso!, Fue en la frente, no cuenta como algo... Especial. — trato de justificarse, hundiéndose más en sus declaraciones. No es que buscará algo más íntimo, tampoco se le cruzaba por la cabeza hacerlo. — ¡Quiero decir!, Nada especial... — corrigió.
— Ay... Claro, Spreen, lo que tú digas compadre. Entonces, ¿No fue especial para ti? — hablar con alguien de forma abierta con alguien como lo es Roier no era nada conveniente. Saco del locker los libros que pedía y se marchó, "Gracias, mi vida", se escuchó en el pasillo. Tapo sus pómulos ignorando lo antes dicho por el castaño, ahora ya no tenía forma burlarse de él gracias a...
— ¿Por qué te dijo “mi vida”?, ¿Es alguien importante? — indagó el peli rojo a un lado de su caminata por la escuela. — escuché que Roier y tú tenían algo, ¿Es cierto?
Apenas podía procesar que él se encontraba a su lado caminando como si nada, preguntándole por qué su amigo lo llamaba de esa forma. Detuvo su andar, sin apartar las manos de sus mejillas, desconcertando al europeo.
— ¿Sigues incómodo por lo de tus cicatrices? — interroga preocupado.
— ¡No!, Nada de eso, solo, uhg... Roier es un boludo. No hay nada tranquilo. — mueve las manos negando lo antes dicho, nunca había imaginado que los rumores en esta escuela tomarán tanto peso como para llegar a los oídos de sus propios conocidos. Suspiro aliviado cuando el contrario entendió. — de todas formas, ¿Por qué preguntas?
Parpadeo unas veces, poniendo su mano en la nuca, sonriendo apenado. — Curiosidad... — desvía la mirada comenzando a caminar, siendo seguido por el oso. — no me malentiendas, yo... Laissons ça là, d'accord? — murmura, de reojo observaba la intriga del azabache asomarse por esos hermosos ojos.
