Lejos de poder representar sus emociones y dejarlo conmocionado. Quería y a la vez no podía sentirse bien estando con él. Ese francés intentaba llegar de alguna forma hasta su corazón y profanar lo que antes era suyo.
Lo amaba pero no tenía sentido...
Sostenía los nervios a flor de piel, encontrándose arrinconado en la testa. Remirado por esos ojos llenos de soberbia, incitando a esconderse en sus pensamientos. Pensar algo positivo era algo que cualquier persona haría en su situación.
Aliviarse con algo más allá que una mirada o defecto. Pero todo resultaba imposible desde que se percató de la ausencia sobre su coronilla.
La noche fue larga. Llena de desesperación, enojo, disgusto y tristeza.
Otra vez puesto enfrente, cara a cara con su reflejo distorsionado. Respiraba con dificultad, intentó calmarse dándose un baño de media noche pero ni el agua tibia lograba tranquilizarlo.
Nunca pensó que abandonaría su gorra favorita, tan importante era para él y la dejo. ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Por qué?, Se repetía una y otra vez.
Sus compañeros seguían en ausencia debido a la creciente multitud que incitaban el odio hacia los híbridos. Spreen tomo la dura decisión de mantenerse alejado por un tiempo de ellos para que no los atacarán también, ya había sido manchado por las mentiras que iban en aumento. Los demás lo entendían, sabían que no podían hacer nada al respecto. Aún así Conter y Hasvik lo apoyaban en silencio. A la hora de ir en autobús, el azabache le pidió al conejo que volviera a su lugar de antes por cuestiones de bienestar.
Le angustiaba la seguridad de ambos, en el autobús que les corresponde no había tanta molestia hacia ellos.
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Estando de nuevo en esa banca pensaba en las miles de equivocaciones que tuvo a lo largo de los años. Recordando como fué que conoció a sus amigos.
Curvo los labios ligeramente recordando a los pibes, divagando los buenos momentos, la amplió más al pensar en el francés. Era gracioso recordar sus intentos de animarlo. Solo eso, "gracia", hasta que se detuvo en esa palabra, buscando lo que quería decir realmente. Los latidos eran rápidos y las manos le temblaban, ¿Estaba nervioso?, Resoplo confundido, quizás estaba sintiendo admiración. Shadoune a pesar de tener malos momentos siguió ofreciéndole la mano y siendo paciente con él, algo que ninguno de sus otros amigos haría. Pase a tener esa pequeña idea de lo que estaba sintiendo, algo le decía que estaba equivocado. El corazón no le paraba de latir con fuerza, sus nervios comenzaron a hacerle efecto, haciéndolo sudar. Lo quería a su manera, sin embargo, seguía evitando por mucho y poco al francés.
"¿Me estás escuchando?".
Levanto la vista desconcertado. Juan estubo tratando de hablar con él durante varios minutos pero este no respondía a ningún llamado. El autobús estaba llegando y el castaño tuvo que hacer algo para que su amigo despertara.
"¿Estás bien?".
Se preocupo al verlo transpirar demasiado, no hacían temperaturas muy altas por lo que fue muy raro, llegando a pensar que estaba enfermo. Además de que no llevaba su gorra, la sospecha se hacia evidente para él. Nada más alejado de lo cierto, Spreen sentía una fiebre extraña, una llamada S h a d o u n e. Ésta lo hacía sentir por momentos escalofríos, un revoltijo en el estómago que lo hacía querer vomitar.
