Mi mejor equivocación

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Narra Yuu:

Desde pequeña, me eh sentido identificada con el género masculino, en todos los aspectos, incluso en las preferencias sexuales. Con decir que hasta cambié mi nombre a uno de chico, Mei no me quedaba.

Digo, ¿Cómo podría gustarme un chico? Son groseros y huelen mal cuando crecen. Son INMADUROS y rezongan demasiado.

Un horror.

En cambio una chica es... Es diferente. Educada, pulcra, puntual, cariñosa y dedicada. O por lo menos, así era Sora.

Eramos amigas, desde hacía un año, pero ella nunca se entero de mi verdadero sexo.

Físicamente, ella era hermosa, alta (1.74 m) cabello teñido a azul y hasta el hombro, ojos color gris, que le sentaban muy bien, piel blanca, labios de un rosa vivo. Manos ligeras y piernas alargadas, cuerpo de reloj de arena, pies mediados, nariz respingada y lindas mejillas.

Si había pensado decirle la verdad, pero al presentir que yo le atraía, me retracte.

Arruinaría todo si confezaba lo sucedido, y no quería eso.

Pero, sabía que mentirle era cometer un error... ¿Terminal? ¿Encaja esa palabra?

En fin, me detestaba por mentirle, y mentirme a mi mismo... Es decir, a mi misma.

Ya ambas habíamos cumplido los dieciséis años de edad, eso nos volvía mayores, no superiores, pero si con más autoridad.

A veces; importantes.

Eso no era relevante ahora, iniciaríamos un nuevo ciclo escolar, donde se presentarían decenas de oportunidades y claro, una de ellas consistía en declararle lo que siento.

Sora y yo, solo nos veíamos en la escuela, dentro del horario de clases, muy pocas veces salíamos, pues sus padres la protegían del mundo exterior, o eso intentaban. De vez en cuando, ella y yo nos dábamos una escapadita.

No se si ya ha quedado claro, pero, cualquiera diría que soy un verdadero hombre.

Las únicas veces en las que me vestía como una mujer, era en reuniones familiares. Mis padres pensaban que la familia no podía enterarse de quien era en verdad, por el qué dirán.

Me resultaba enormemente absurdo, pero después de todo eran mis padres y debía de obedecerlos hasta cumplir la mayoría de edad.

Hoy sería el primer día de un nuevo ciclo escolar, no me sentía para nada nerviosa, al contrario; la seguridad impregnaba mi ser.

Ya me encontraba fuera de la escuela, la cual era bastante grande, contaba con tres pisos de altura, y abarcaba casi toda una cuadra, las paredes eran color beige tirando a perla, con algunos detalles en azul marino y terracota.

Seis puertas eran las que se utilizaban como entrada, y no eran puertas pequeñas.

Estaba segura de que había más de dosmil alumnos inscritos, y aquello no era nada extraño.

Me recargué en una parte de la pared cercana a la primera puerta, llevaba mi mochila colgando del hombro, ahí había guardado mi móvil, en un compartimiento no visible.

Éste comenzó a vibrar, y lo saqué rápidamente, Sora, como era de esperarse, me había llamado.

Sora: Hey, Yuu, apuesto a que sigues en casa arreglando tu cabello aún.

Podía sentir su sonrisa

Yuu: Lamente decepcionarte, ¡TE EH GANADO! ESTOY EN LA PUERTA

Sora: ¡Calla! Idiota, que casi me dejas sorda.

Yuu: Ja, sólo apresurate.

Sora: ¿Vas a abrazarme si llegó temprano?

Yuu: Sabes que lo haría aunque no llegaras.

Suspiré para mis adentros.

Escuché su risita y corté la llamada.

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Es mi primera novela en serio:3 Ojalá que les guste

Mi mejor equivocación [Yuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora