Argumentos de vida

llegada

Sí, estaba embarazada, al parecer tenía un mes de gestación y sentía mucho miedo.

 Cuando me hice el test y salió positivo, las autoridades mandaron a pedir uno de sangre para confirmar y volvió a dar positivo. Fue entonces que me cambiaron de pabellón. ¿Quieren que les cuente cómo se enteró él? El test me lo hice a las 7:00 a.m., cuando se abre el pabellón y él vendría a las 4:00 p.m. a verme como cualquier otro día. Así que, tenía tiempo para planear algo.

 Le pedí a la directora del penal, permiso para estar dos horas en lugar de una, por las circunstancias. No podía creerlo, pero había aceptado. Le escribí a él una carta hermosa que encontré en internet; hablaba de un bebé por nacer, el cual, le hablaba al papá y decía cosascomo: "Necesito que me protejan y me amen". Y otras igual de tiernas.

 Le hice una cajita con moño, donde puse el test. Sería un regalo.Cuando me revisaron para entrar al patio y lo vi allí sentado, se me llenó de amor la vida. Según mi plan, tenía que hacer como si nada estuviera pasando, pero en cambio, casi me largo a llorar. Me acerqué despacio y alrededor todos miraban de reojo. Las que tenían visita ya sabían qué iba a pasar y estaban expectantes. Hasta la guardia miraba más a nuestra mesa. 

 Cuando me senté y preparé en la mesa mi regalo, él se me quedó viendo. Primero le di la carta y cuando empezó a leer, el papel temblaba en sus manos. Yo no podía verlo bien, se me nublaban los ojos.Nunca había sido más feliz, parecía imposible e irreal en esta circunstancia. Todos nos miraban y los dos nos abrazamos sin importar en donde estábamos, ni lo que podría pasar después.

 Al enterarnos de que estaba embarazada, el tiempo se ralentizó. Nos teníamos que mover con las abogadas para realizar las cosas a tiempo. Estuve detenida 2 años y medio y había pasado por muchísimas situaciones difíciles.Como cuando tuve que hacer algo para que dejen de robar. Me acuerdo que una compañera me alertó y me dijo que si iba al patio me robarían, entonces me quedé en el pabellón 3 días sin salir. Estuve armada con un candado grande por si tenía que defenderme. Era un grupito de 4 que se sentaban atrás y se hacían las dueñas de todo. Yo esperaba sin dormirme porque a veces amenazaban entre risas diciendo: "No sería tan cocorita si le tiramos agua hirviendo en la cara cuando duerme, o nos metemos con ella al baño y la golpeamos cuando todas las demás estén durmiendo. La vamos a enganchar en algún momento". A veces no sabía si lo decían en serio, porque en otras ocasiones sí lo cumplían.

 Descubrí que mi vida era distinta a la de otras chicas. Había una que se drogaba todo el tiempo; la misma familia le traía porque si no, ella se enojaba. Siempre la veía así, a veces hasta convulsiones le daban. Solo una que otra vez era graciosa. En una de esas, la vi comiendo jabón y puñados de tierra de una maceta, con la misma intensidad que se comería una pizza o una torta. Lo último que supe de ella, fue que se había robado el alcohol etílico de enfermería y se lo había tomado. No le gustaba estar muy despierta. 

Había otra chica que tampoco estaba bien, no tenía familiares y se intentó suicidar muchas veces. Cuando llegó, a la semana se cortó las venas y después se quiso ahorcar, más de una vez teníamos que vigilar. Después se tragó una bombilla de mate y la operaron. A la semana siguiente la volvieron a operar, porque cuando se estaba recuperando de la primera operación en una sala aparte, se tragó la rosca de una canilla de metal.

 No todo era feo, conseguí estar con chicas casi siempre mayores que de alguna manera, sentía que no debían estar ahí. 

Nos apoyábamos más y buscábamos estar mejor.Cuando me trasladaron al pabellón de las madres, era tal vez, casi igual al pabellón en el que estuve, la única diferencia era que teníamos microondas para calentar la comida. Los horarios habían cambiado un poco, para no cruzarnos tanto con otras internas, pero el peligro era el mismo.Había una madre llamada Maira, de la que todos me habían advertido. No estaba bien de la cabeza y en la primera semana lo comprobé. Tenía dos hijos a los que no trataba bien, y yo que soy metida, como dirían algunos, no la dejaba maltratarlos. La denuncié en más de una ocasión. Tenía miedo, no voy a mentir, pero no iba a dejar que sus nenes afrontaran eso solos, ella no estaba bien.

 La misma semana que me trasladaron, también trajeron a una chica de una comisaría, con una constancia de embarazo que le entregó su abogado. Ella y Maira, eran del mismo barrio y ya habían tenido problemas afuera, así que no pasó mucho para que discutieran y se agarraran a trompadas. Cuando a esa chica la llevaron al médico, la ecografía que le hicieron, reveló que nunca estuvo embarazada. Lo que más impactó, es que Maira no le tuvo ni un poco de misericordia y le pegó directamente una patada en la panza. Gracias a Dios no pasó nada malo.

 Maira estaba ahí por haber matado a la mujer de su exmarido. Al parecer, el señor no le pasaba la manutención de sus hijos, y cuando se cruzó a la mujer de él en la calle con su bebé, la siguió y le cortó el cuello. Nunca la escuché arrepentida por nada, a pesar de que sus hijos crecían en un lugar tan triste y frío.

 Daniel trataba de comunicarse con las abogadas, pero le daban muchas vueltas, no venían a verme desde hacía meses y no las podíamos contactar. Pronto se terminaba el plazo de tres meses que teníamos que cumplir, por si pasaba algo con el bebé. Después de cuatro meses de embarazo en el penal, seguíamos sin saber nada de ellas, nunca hicieron mucho y me daba tristeza pensar en todo lo que perdimos por contratarlas, me abandonaron.

 Los del penal arreglaron los papeles para pedir defensor público y así lo hicimos, ya habíamos perdido mucho tiempo. Después de pedir el arresto, tendríamos que esperar la contestación del juez y eso podría tardar un par de meses más