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La música estalla a través de los parlantes, creando una vibración que se mueve por toda la habitación. Cuerpos sudorosos apretados unos contra otros, en la pista de baile, en la cocina, por toda la casa.
Las fiestas de Draco Malfoy siempre eran así, cientos de estudiantes de cada casa, todos reunidos en la enorme mansión, borrachos y drogados, simplemente divirtiéndose.
Te sientas en un sofá en el medio de la habitación, observando a los demás asistentes a la fiesta. No eras una chica fiestera, solo asistías cuando tus compañeros de cuarto te arrastraban. —¿Es esa t/n?— Una voz viene detrás de ti, seguida de un fuerte par de manos sobre tus hombros.
Te estremeces ante la sensación, nunca siendo uno para el contacto físico de los demás. Draco Malfoy, el anfitrión de la fiesta y la persona a la que pertenece la voz, salta sobre el respaldo del sofá y se acomoda muy cerca de ti. Le envías una pequeña sonrisa, con la esperanza de que tu expresión incómoda le dé una pista de que no estás realmente interesada.
—¿Por qué estás sentada aquí sola?— Él pregunta, claramente sin entender la indirecta—Una chica bonita como tú debería estar mezclándose en la pista de baile—. Te burlas, sacudes la cabeza y mantienes los ojos pegados al vaso que tienes en la mano.
—No soy muy buena bailarina—respondes, esperando que él tome tu segunda pista y finalmente te deje en paz. No hay tal suerte. En cambio, el rubio se acerca a ti, envolviendo su brazo alrededor de tus hombros y haciendo que todo tu cuerpo se tense.
—Yo tampoco, supongo que simplemente nos relajaremos aquí juntos— dice, su cara tan cerca de la tuya que puedes sentir el alcohol en su aliento.
Justo cuando estás a punto de protestar, sientes una mano diferente en tu brazo, levantándote del sofá y arrastrándote lejos del rubio. Hubieras estado más agradecido si no hubiera sido por el intenso agarre que la persona misteriosa tenía en tu brazo.
Todavía no podías ver su rostro, solo la parte de atrás de su cabeza mientras te guiaban a través de la multitud de estudiantes hacia un área apartada de la mansión. —Disculpa, me estás lastimando un poco el bra- — Te detienes en medio de tu oración cuando tu garganta se seca al ver a tu salvador. Ron Weasley, tu ex Ron Weasley.
Habían pasado meses desde la última vez que lo habías visto, ya que lo habías estado evitando desde tu abrupta ruptura. Pero aquí estaba ahora, parado frente a ti luciendo tan bien como la última vez que lo habías visto, si no mejor.
Su cabello había crecido, cayendo justo por encima de sus hombros. Llevaba una camiseta suelta que mostraba sus anchos brazos de la manera más perfecta. Ni siquiera te das cuenta de que estás mirando hasta que esa sonrisa característica cruza las facciones del pelirrojo.
—¿Quieres tomar una foto, amor? Durará más— Se burla, ladeando la cabeza hacia ti. Haces todo lo posible por ignorar la sensación de torsión en tu estómago y la repentina y desesperada necesidad de agua, poniendo los ojos en blanco al chico.
