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– Tanto tú como Ron habían estado esperando este próximo juego durante toda la semana, pero cada uno por diferentes razones.
Como siempre, anhelabas la próxima oportunidad de sentir la emoción de un juego. El ambiente era inigualable. Incluso el dolor de tus brazos el día después del partido era algo que habías aprendido a disfrutar.
Mientras que Ron simplemente quería observarte; el mejor jugador de todos los equipos de Quidditch de Hogwarts. A pesar de no conocerte, se cuenta a sí mismo como uno de tus mayores admiradores.
Cuando se acercaba la temporada de Quidditch, siempre eras la comidilla de la escuela. Incluso se rumoreaba que equipos profesionales te vigilaban. Pero nunca dejas que nada de eso se te suba a la cabeza, que era algo que Ron admiraba mucho.
No importa cuántas veces Ron haya tratado de armarse de valor para intercambiar incluso unas simples palabras contigo, nunca se atrevía a hacerlo. Harry siempre se burlaba de él por echarse atrás en el último momento cada vez.
Ahora, mientras estaba de pie en los vestuarios, comprobando que sus guantes estaban correctamente puestos por quinta vez en el último minuto, no pudo evitar sentir una sensación inminente de fatalidad.
Algo dentro de ti te gritaba que algo iba a salir mal.
No habías sentido tanta inquietud por un partido de quidditch desde que los dementores invadieron la cancha en tu tercer año.
Aún así, cuando tu capitán te gritó que salieras de los vestuarios y te prepararas para jugar, te tragaste tus preocupaciones y sonreíste.
—¿Listo, T/n?— pregunta tu compañero batidor.
—Por supuesto.— les devuelves la sonrisa, tomando tu bate.
—Listo como nunca lo estaré— hablaron con una sonrisa de labios apretados.
—Entonces no hagamos esperar a la gente. Quiero vencer a estos Slytherins lo más rápido que podamos—
Su compañero golpeador asintió y juntos salieron al campo con una escoba en una mano y un bate en la otra.
En el momento en que tu bota tocó el césped, estallaron vítores en todo el estadio. Sonreíste y saludaste con la mano a todos, pero sonreíste con descaro a los silenciosos Slytherins al otro lado de las gradas.
No pasó mucho tiempo antes de que Madame Hooch hiciera sonar el silbato que anunciaba el comienzo del partido. Instantáneamente, tu atención fue capturada por la bludger y nada más. Todo en lo que necesitabas concentrarte era en esa pesada bola negra.
Ron, sin embargo, solo podía concentrarse en ti. No los cazadores anotando punto tras punto, no los buscadores estirando sus brazos hacia la snitch, solo tú.
Desde la forma en que tu túnica ondeaba con el viento, hasta la forma en que balanceabas el brazo para proteger a tus compañeros de equipo, lo notó y lo admiró todo.
