Capítulo 14: Indiferencia

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Como cada mañana después de dejar a Melisa en la facultad, había llegado puntual a la oficina y como si fuera una ritual, me dirigí a la cafetería a buscar mi dosis de café. Conversé con algunos de mis compañeros, recibí elogios de Rodrigo y hasta pude conversar con mis amigos por la mañana. Había elegido unos jeans oscuros de tiro alto y corte recto hasta los tobillos, lo combiné con una sencilla camisa blanca por dentro y unas cómodas zapatillas Converse del mismo color. El maquillaje era sutil y mi cabello caía suelto sobre mis hombros. Intentaba combinar la ropa de la nueva versión de Clarisa con la vieja.

Había practicado decenas de veces lo que le diría a Patrick esta mañana, sobre cómo lo había eludido frente a la cafetería el día de ayer y la urgente razón por la que tuve que marcharme -corriendo- sin saludarlo. Había pensado en decirle que no lo había visto, que seguro estaba muy dormida. Había pensado en decirle lo linda que era su acompañante y que me alegraba por él, pero sin duda, no había pensado en que al llegar Patrick, este me saludara con total naturalidad y sin mencionar el tema.

-Buenos días, amiga-. Saludó sonriente y se acomodó rápidamente en su escritorio.

Esa mañana lucía un pantalón color crema ajustado y una camisa azul marino que se adhería en cada línea de su torso. Su perfume rápidamente llenaba el ambiente y su cabello estaba ordenado. Lucía completamente fresco y maduro. Lucía muy masculino...

Lucía sensual.

Me obligué a mi misma a salir del estado de estupefacción y respondí con una sonrisa.- Buenos días, amigo. Buen inicio de semana.

Al escucharme, capté su mirada y me sonrió.-Buen inicio de semana.

¡Y ya! Terminó la conversación.

En el transcurso de la mañana no habíamos intercambiado ni una palabra y ni una sola oración. Se había entregado a su trabajo de tal manera, que creí que hacía todo lo posible por ignorarme. Yo, por mi parte no podía concentrarme. Deseaba que me hablara, que me intentara explicar la escena que había visto. Que me dijera que aquella rubia no era nadie. Estaba totalmente arrepentida por querer pretender no haberlo visto el día de ayer y planear con malicia cada respuesta que le daría. Nada, pero absolutamente nada me había preparado para su indiferencia.

Sabía que nuestra -inexistente- relación había quedado en un punto muerto la última noche que estuvimos juntos, pero no podía comprender porqué desistió también de la amistad en la que tanto insistía que debíamos tener. No podía creer porqué después de desear tanto esta situación, ahora estaba tan angustiada. Para mi suerte, el señor Juan solicitó mi presencia en su oficina y la mañana pudo avanzar rápidamente.

...

En la hora del almuerzo, me reuní con Nati y Phillip en nuestro habitual restaurant. Hacia un hermoso y soleado día, por lo que elegimos una mesa al aire libre.

-¿Dónde está tu chico?-. Preguntó Nati.

-¿Por qué debería saberlo?-. Contesté sin poder contener mi irritación.

Ambos intercambiaron miradas y esta vez fue Phillip quien se animó a preguntar.-¿Nos vas a contar que pasó?

Indecisa, les di una mirada y suspiré.- Aún... No estoy lista para hablar de ello-. Confesé.

Ambos comprendieron mi situación, por lo que inmediatamente cambiaron de tema. Pudimos conversar los ligues de Phillip del fin de semana, de la nueva dieta que haría Natalia, de la universidad de Melisa y de los futuros pretendientes que empezaría a tener. Cada uno eligió un menú diferente, por lo que pudimos compartir y probar cada platillo, las pastas sin duda eran la especialidad del local.

Una vez terminada nuestra pequeña salida, cada uno regresó a su puesto para terminar la jornada. No había visto a Patrick en ninguno de los locales cercanos, ni en los espacios comunes de la oficina. Simplemente se había esfumado.

Al llegar al piso que compartíamos noté que sus cosas ya no estaban.

¿Se había marchado sin despedirse?

Toda la situación me tenía irritada. Detestaba reconocer que anhelaba su atención, sus charlas, sus insinuaciones y sus miradas. No quería aceptar que, aunque es lo que estaba buscando desde un principio, no estaba contenta con el resultado.

En el transcurso de la tarde, me obligué a recuperar mi habitual temperamento y me dediqué a culminar sin problemas mi jornada laboral. Me alenté a creer que lo que rápido llega, rápido se va. La magia finalmente se había extinguido al eliminar toda posibilidad de volver a tener sexo con él. Mis mentiras lo hicieron.

Al llegar al estacionamiento, me metí en mi auto, elegí la playlist que me llevaría casa y arranqué.

Quiero olvidar este día.

..

El resto de la semana se mantuvo igual, un cordial intercambio de saludos por la mañana, Patrick desapareciendo a la hora del almuerzo y alguno que otro día culminábamos juntos la jornada. El miércoles el día establecido para ir a tomarnos un trago con los chicos, me inventé una excusa y me marché antes de la hora. No quería escuchar como declinaba la invitación o peor aún, fingía no recordarlo.

El viernes, ya culminando esta espantosa semana, creí que la situación se repetiría. Sin embargo, a media mañana pude sentir como Patrick desde su escritorio me observaba divertido. Mi corazón, acelerado por finalmente atraer su atención, amenazaba con salir de mi pecho.

Fingiendo indiferencia, pregunté.- ¿Qué pasa?

Con una sonrisa un tanto burlona, sólo respondió.- Nada, nada.

Ante la duda sobre si se reía de mí, enarqué una ceja disgustada, suspiré pesadamente y retomé la redacción de un correo importante. Lo que había sido el momento más relevante de mi semana, se esfumó en unos segundos cuando él también retomó su trabajo.

..

A la hora del almuerzo, me uní a los chicos en la cafetería de la compañía y no pude evitar preguntarles sobre lo ocurrido en la mañana.

-¿Qué creen que signifique?-. Pregunté ciertamente confusa y con la vista enterrada en mi ensalada cesar.

-Clary, significa que te mueres por hablarle ¿Por qué no terminas con las mentiras de una vez por todas y te das un revolcón con el chico?-. Presionó Phillip.

-Te quejas de que es menor que tú, que es un niño y ciertamente, quien actúa como una eres tú-. Esta vez fue Natalia la que habló severamente.

Me lo merecía.

-Tienen razón-. Admití y levanté la mirada hacia mis amigos. En contraste a sus reprimendas, ambos me observaban con mucho cariño y empatía.

Natalia extendió su mano sobre la mesa y alcanzó la mía en complicidad.- Deseamos tú felicidad, entendemos que tienes aproximadamente unos veinte años sin relacionarte en plan romántico con alguien y que toda tú vida te mantuviste alejada de los problemas, pero Clary, no tienes porqué iniciar una relación inmediatamente con el primer tipo con el que tuviste sexo después de tanto tiempo. Puedes animarte a conocerlo, salir, disfrutar y ver qué pasa.

Conmovida por las palabras de mi amiga, intenté excusarme.- Es que soy tan...

-Tan tú-. Dijo Phillip con una mirada acusadora, robándome una carcajada que terminó contagiando a Natalia también.

-Les prometo que intentaré desenredar todo este lío, chicos. No sé qué haría sin ustedes-. Confesé sinceramente y esta vez fue Phillip quien extendió su mano hacia mí y me brindó todo su apoyo en un fuerte apretón de manos.

¿Estaba a tiempo de poder enmendar las cosas con Patrick?

Cansada de ser yo (+18 Adulto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora