Capítulo 8

1K 79 0
                                    

Abrí los ojos al techo de una ambulancia, pero no a la que habían robado. A mi derecha estaba un médico que estaba deteniendo el sangrado y Denna y Josh estaban a mi izquierda.

—¿Sam está bien? —dije con voz áspera.

Tanto los niños como el médico saltaron cuando hablé, las cabezas se volvieron hacia mí.

—T/n, vas a estar bien —me aseguró el médico.

—Supuse, ya que no parecías asustado —sonreí débilmente.

Denna se rió y agarró mi mano, apretándola.

—Sam va a estar bien —me dio una sonrisa feliz y llorosa—. Ah, y logré llamar a Nick, está de camino al hospital para encontrarse con nosotros y no parecía muy feliz.

—La buena noticia es, es no parece que el cuchillo haya dañado órganos importantes, solo tengo que detener la hemorragia, coserte y deberías poder ir a casa y descansar —el médico sonrió

—¿Cómo te llamas? —le pregunté.

—Alex —sonrió.

—Gracias, Alex.

Me llevaron al hospital, quejándome todo el tiempo de que podía caminar.

—No lo creo, muñeca —dijo una voz severa detrás de Denna.

Mirando por encima vi a Nick caminando hacia nosotros, todavía en uniforme. Su cara estaba enojada pero sus ojos decían que estaba asustado y nervioso.

Caminó con nosotros mientras me llevaban en silla de ruedas a una habitación y se fueron diciendo que pronto vendría un médico.

—La buena noticia es que nada está dañado —sonreí tímidamente.

—Excepto tu juicio —me espetó

Me mordí el labio y miré mi regazo, viendo mi piel manchada de sangre.

—¿Podemos tener un minuto, muchachos? —les preguntó a los niños.

—Si le vas a gritar, entonces no. Pasó por un infierno esta noche, todos lo hicimos y lo último que necesitamos es escuchar una conferencia —asintió con la cabeza.

—No voy a gritar —prometió.

Denna lo miró durante unos segundos, antes de poner su mano en la espalda de Josh y guiarlo fuera de la habitación.

Nick dejó escapar un fuerte suspiro y se quitó la chaqueta, arrojándola sobre la silla de plástico verde al lado de mi cama, antes de sentarse en ella. Se pasó las manos por el pelo y por la cara antes de mirarme.

—Podrías haber muerto —dijo.

—Lo sé —asentí.

—¿Qué hay de los niños? ¿Qué hay de mí?
Te pedí que no te lastimaras y que te mantuvieras a salvo y literalmente te lanzaste al peligro —se burló, cruzando los brazos.

—¿Qué hay de ti? ¿Qué significa eso? Demonios, por lo que sé, podría ser un polvo rápido para ti y eso es todo —dije.

Sus ojos se abrieron como platos y se puso de pie, elevándose sobre mí, e inclinándose hacia mi cara.

—Si quisiera un polvo rápido tuyo, lo habría tenido la noche que me invitaste a tomar un café —susurró con dureza—. No lo entiendes, ¿verdad? —Preguntó en voz baja.

—¿Entender qué? —mi voz sonaba molesta.

—Eres fácil de amar y cuidar. Y antes de que saques conclusiones precipitadas, no, no estoy enamorado de ti... todavía, pero está empezando a suceder. Y rezo para que también te suceda a ti —tomó mi mano, jugando con mis dedos mientras hablaba.

The Goode Sheriff |Nick Goode x F!Reader| Fear Street 1994   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora