¿Quieres intentar escribir algo que se salga de lo común pero no sabes por dónde empezar? ¡Estás en el apartado indicado! Aquí iremos publicando artículos que te ayudarán a darle un giro más surrealista a tu literatura.
Aquí ya hablamos de lo que puede cambiar una historia dependiendo de la forma que escojamos para narrarla; pasamos un poco por encima de las fortalezas y debilidades que tienen la primera y la tercera persona, y tratamos de analizar con mayor profundidad los usos de la segunda. Sin embargo, sería absurdo fingir que eso es todo y que hasta ahí llega todo lo divertido que podemos hacer con el punto de vista.
En realidad, luego esos narradores que ya conocemos los podemos combinar o modificar para formar otras cosas. Existe, por ejemplo, el narrador testigo, que simplificándolo mucho aglutinaría características de la primera y la tercera persona. Y, más importante para el artículo de hoy, también una figura que a mí siempre me pareció muy interesante: la del narrador no confiable.
¿En qué consiste? Pues es un narrador en primera persona normal y corriente, pero que deliberadamente miente sobre lo que está sucediendo. Puede exagerar hechos, omitir otros, o directamente inventarse sucesos tan absurdos que al lector no le quede más remedio que sospechar de que algo extraño está pasando.
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Es uno de los usos más obvios, y funciona muy bien en thrillers o similares porque genera un efecto muy divertido. Seguro que a todos saben de lo que estoy hablando; nos están presentando un misterio que parece no tener sentido, pero de pronto descubrimos que uno de los testigos que parecía estar dándonos información completamente fiable, mentía. Lo he bautizado así porque precisamente se siente como dar un golpe sobre la mesa que recontextualiza toda la historia. Por eso es común encontrarse variaciones de la fórmula en el cine, siendo el ejemplo más famoso la película The usual suspects.
En la literatura... más que una novela concreta, yo estoy enamorada de una cita de Borges que propone usar esto de una manera incluso más retorcida:
"Bioy Casares había cenado conmigo esa noche y nos demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores -a muy pocos lectores- la adivinación de una realidad atroz o banal."