¿Quieres intentar escribir algo que se salga de lo común pero no sabes por dónde empezar? ¡Estás en el apartado indicado! Aquí iremos publicando artículos que te ayudarán a darle un giro más surrealista a tu literatura.
Analizar el postmodernismo en literatura, en la extensión media de un artículo de Wattpad, siempre me pareció un desafío. En mi mente, era como pedirme un témpano de hielo caliente o que dibuje un anciano joven. Sí, se trata de otro de esos movimientos heterogéneos como los que ya hemos tratado aquí: una ruptura de las convenciones establecidas en lo que entendemos por narrativa tradicional, rechazando la lógica y la razón al tiempo que abraza la aleatoriedad y el caos. El problema es que cuesta un poco delimitar qué lo hace diferente de otras vanguardias como el surrealismoo el teatro del absurdo, más allá del contexto en el que surge cada uno.
En lo personal, pienso que lo más representativo de una obra postmoderna es su marcado carácter no solo experimental, sino también profundamente irónico. Son historias que sí, se toman en serio a sí mismas, pero solo un poquito. Como cuando un amigo hace algo que te molesta y tú de broma agarras un martillo y le dices que lo vas a matar; sí le tienes cierta tirria en ese momento que es real, pero todos sabemos que no como para matarlo a martillazos. Es mucho más eficiente esperar a que se duerma y ahogarlo con la almohada al grito de "sufreee, sufr..." bueno no, hagan como que no leyeron lo último.
Para hacernos una mejor y más concreta idea de como se puede escribir una historia medio en broma, hoy vamos a examinar el estilo de uno de mis escritores actuales favoritos: Robert Shearman. Veremos qué tics postmodernos tiene, cómo los implementa, y cómo puedes implementarlos tú en tu propio material.
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Shearman es el rey de los contrastes. Debemos entender que nuestro cerebro es muy bueno reconociendo patrones; sabe instintivamente que si, por ejemplo, empieza con un asesinato en una habitación cerrada, se tiene que preparar para una novela de misterio. A esto se le llama establecer el tono, y en una historia normal se suele recomendar mantenerse fiel a ese tono que establecemos para que el lector no se sienta perdido y confundido. Peeero ahora no queremos escribir tradicional, sino precisamente generarle esa sensación a nuestra víctima. De una manera concreta y controlada por nosotros, claro.
Esto es lo que ocurre en uno de sus primeros trabajos profesionales publicados, un serial de radio llamado The Chimes of Midnight. Muy sintetizado: empezamos con ese asesinato en una habitación cerrada, para dar paso a un bucle temporal en la que la víctima muere todas y cada una de las veces de maneras cada vez más absurdas. En cada instancia del bucle, la situación se vuelve más y más grotesca y estúpida, al punto de que te crees que estás en algún tipo de sátira. Pero luego te vuelve a engañar; resulta que no era una sátira de las novelas de misterio, sino un drama durísimo, y que todas las pistas sobre ello estaban perfectamente a la vista en lo que tú creías que eran chistes.
Estos cambios de tono generan una atmósfera muy dreamy, y se sostienen porque cada salto no entierra lo anterior, sino que lo recontextualiza. La realidad se percibe inestable y confusa, y la fusión de tonos y estilos como un arma. Un setup de novela de misterio, no necesariamente tiene que contar un misterio. El humor ya no es solo humor, sino que puede utilizarse como medio para que bajes la guardia y luego hacerte llorar. Así todo.
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Otra característica del postmodernismo (y de Shearman) es que suelen buscar ese tono del que hablaba al principio, muy al borde entre la seriedad y la locura. Uno de sus cuentos más famosos es Damned if You Don't, en el que un pobre perdedor acaba en el infierno viviendo con el perro de Hitler, el cual no hizo realmente nada malo en vida pero fue considerado culpable por asociación. ¿Se trata de una loca aventura en la que no paran de pasar cosas divertidas? Pues no, en realidad es bastante oscura, a ratos desagradable, y trata temas como las amistades tóxicas. Entre... el prota y el perro de Hitler. Sí, lo sé.
Similar, tiene otro cuento que narra la desaparición de Luxemburgo. Acontecimiento que no parece importarle mucho a nadie porque el país es enano y ahí casi no vive nadie, y que se trata casi como chiste. Pero resulta que hay una esposa que perdió a su marido por viajar hasta ahí por negocios que, obviamente, no termina de opinar lo mismo.
En general, va así. Si puedes encontrarle el elemento humano a una de esas ideas estúpidas que se te ocurren en la ducha y que nunca vas a escribir; porque parecen una broma o porque te resultaría imposible tomarlas en serio, ya tienes tu primera historia postmoderna. Otra opción es invertir el proceso; pensar primero que quieres escribir un drama humano sobre alguien lidiando con la pérdida de un ser querido y luego inventarte la causa ridícula que da origen a todo.
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Este punto casi se describe solo. Los humanos vivimos rodeados de símbolos (Mickey Mouse, Sherlock Holmes, Superman... ) que tienen una serie de características muy bien cimentadas en nuestra mente, y reinventar esos iconos puede ser interesante. O sea, sí, en ocasiones resulta en novelas grotescas que no voy a mencionar aquí, pero también se puede hacer con buen gusto.
En Tiny Deaths, Shearman agarra a Jesucristo y hace una historia de bucles temporales con él. Vivirá el día de su muerte en la cruz a través de los ojos de todos y cada uno de los seres del mundo; hombres, mujeres, niños, niñas etc. Será el encargado de clavarse a sí mismo, será Barrabás...
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Como trataba de decir al principio, el postmodernismo es una cosa demasiado compleja como para describirla en mil palabras y que encima salga un texto entretenido, pero espero que esta aproximación casual te haya servido para sacar ideas que aplicar a tus propias historias. Finalmente, te dejo con el momento que estabas esperando, el de la sopa de letras:
