Redactado por Lobodepeluche
Philip K. Dick a menudo es mencionado como uno de los mayores exponentes de la Ciencia Ficción norteamericana del siglo pasado. Sin embargo, hay un detalle sobre el autor de Berkeley que casi nunca vas a ver mencionado en uno de esos artículos; el tipo, durante casi toda su carrera, llevó un perfil esencialmente de folletín. Sí, obtuvo cierto reconocimiento por El Hombre en el castillo, pero nunca logró salir del todo del anquilosado terreno de las revistas baratas o las editoriales pequeñas. Esto al final se tradujo en que escribía mucho, aunque no necesariamente motivado por la realización de un ideal artístico personal. A veces, simplemente había facturas que pagar y cualquier idea podía servir para que ese mes comieran caliente en su casa.
Por eso, no todo Dick es el Dick que los articulistas nos han vendido, con sus planteamientos extrañísimos casi propios de una mente enferma. No, muchas de sus novelas simplemente copian premisas que se habían probado un millón de veces ya en su época. Colonizaciones planetarias, androides asesinos, telépatas, universos paralelos, invasiones alienígenas... tiene hasta un cuento que es Invasion of the Body Snatchers vuelto a hacer.
A pesar de todo, yo considero que este es el Philip K. Dick más interesante de estudiar. Porque permite ver los elementos que hacen que una historia del autor se sienta como suya de una manera mucho más fácil. Y es que resulta que, para generar esa sensación de paranoia tan dickiana en el lector, la premisa no importa en lo absoluto.
No importa cómo empecemos, porque los inicios de nuestro mundo solo van a servir para que el lector se quede con una impresión bonita antes de demolerlo. La realidad en una historia de Dick siempre es frágil, y propensa a quebrarse a causa de un agente externo que la influencie. Este es, más que cualquier otro, el patrón que todo el mundo puede aprender y aplicar; el auténtico legado que nos deja.
Como digo, imitar la fórmula Dick es muy simple: el protagonista empieza en un mundo estable en el que puede o no ser feliz, pero hay algún agente externo que lo hace entrar en contacto con algún tipo de realidad paralela, elemento sobrenatural o cualquier cosa que genere un potencial cambio. Durante este contacto, ocurre algo que hace que el mundo inicial comience a derrumbarse, a presentar detalles que dejen entrever una realidad más aterradora.
Si esto te parece demasiado abstracto y raro como para poder usarlo de verdad en una historia, te diré que es básicamente la misma estructura narrativa de la película de Barbie. Barbie está tan feliz en su mundo de Barbielandia, hasta que le empiezan a pasar cosas raras, lo cual inicia una reacción en cadena que la lleva a nuestro mundo, lo cual a su vez termina causando la degeneración del suyo.
Pero ese agente externo que tira abajo el statu quo ni siquiera tiene que estar tan a la vista. En El show de Truman, por ejemplo, el protagonista es perfectamente ignorante de su cárcel de oro hasta que empieza a detectar inconsistencias menores que se le van acumulando, que son las que provocan que dude de su propia realidad y de que el engaño se vaya derrumbando. Pequeños detalles de atmósfera que van dejando ya claro que hay algo que no anda bien.
Aún así, lo que más rescataría de la fórmula es que es aplicable a casi cualquier contexto. Puedes por ejemplo empezar escriviendo un drama romático, siguiendo todos los tropos del género, y terminar con que el personaje en realidad está bibiendo un sueño de criogenia que malfuncionaba, como en Abre los ojos.
Cuando ya tienes claro esta idea de tirar el mundo abajo, lo único que sería necesario sería pensar en excusas argumentales para justificar esa negación de la realidad. ¿Universos paralelos? ¿Gente que no es quien dice ser? ¿Soñar sin ser consciente de estar haciéndolo? La imaginación es el límite.
A veces, esto basta para encontrar ideas novedosas en sitios en los que la gente no está buscando. En una época en el que la narrativa se concentra cada vez más en construir mundos vivos, ricos y perfectos que puedan albergar franquicias largas, quizá pueda ser interesante pensar fuera de la caja buscando maneras de destruirlos. Y es que, ¿cómo sabes que de verdad estás ahí, leyendo este artículo en tu pantalla, y que yo de verdad existo? ¿Y si estás soñando? ¿Recuerdas con claridad lo que hiciste hasta ponerte a leer esto?
¿Y si en realidad lo estoy escribiendo para ti en específico, para mandarte una pista de que alguien te capturó e implantó una falsa memoria para que creas ser quien eres ahora? ¿Y si toda la gente que te rodea son solo actores?
Este es el tipo de mentalidad que necesitamos para escribir paranoia, y para lo cual la fórmula Dick funciona tan bien. Por eso... por eso... [NO SÉ CUÁNTO TIEMPO PODRÉ ENGAÑARLOS, TIENES QUE RECORDAR, RECUERDA QUIÉN ERES, RECUERDA EL EXPERIMENTO] ... por eso yo te animo a que lo pruebes en alguna historia. Quizá, así, puedas encontrar una idea novedosa y tener mucho éxito escribiendo y seguir viviendo una vida buena y perfecta. Una vida en la que todo va bien. Todo... va bien...
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Taller de escritura experimental
Non-Fiction¿Quieres intentar escribir algo que se salga de lo común pero no sabes por dónde empezar? ¡Estás en el apartado indicado! Aquí iremos publicando artículos que te ayudarán a darle un giro más surrealista a tu literatura.