No estás solo, Will, nos tienes a nosotros

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- ¿Sr. Graham?

La última voz que Will quería escuchar al descolgar su teléfono.

El tiempo pasa rápido cuando no quieres afrontar la realidad que te golpea bruscamente. Más de medio año desde que tuvo su primera disociación, tras tantos días sin ellas, algo a lo que le fue tan fácil acostumbrarse. Desde antes incluso de casarse con Hannibal no había vuelto a sufrir ninguna alucinación, ni siquiera un simple dolor de cabeza.

Todo iba bien, era feliz, Hannibal le hacía feliz y quería creer que el sentimiento era mutuo.

Sin ningún motivo aparente las cefaleas volvieron. No se preocupó, ¿por qué debería? Nada diferente había ocurrido en su vida, seguía trabajando para el FBI pero ya no acompañaba a Jack en los casos más macabros, se había desentendido de todo aquello. Ahora ayudaba de una manera más básica, algo monótono que para Will no suponía esfuerzo alguno.

Esa decisión también fue incentivada por su marido. Había aceptado a Hannibal, a sí mismo, y a su relación. Sabía lo que hacía su esposo en ocasiones, sabía perfectamente lo que cocinaba y ambos comían. Y jamás había sentido ningún tipo de rechazo.

Era feliz, tan feliz como lo puede ser una persona que comparte una vida, un día a día, con el ser amado.

¿Tal vez se equivocaba, y su subconsciente le decía lo contrario? Que su autoverificación no era tan firme como creía, y que esa comprensión hacia Hannibal tampoco era tan fuerte.

No, no debía echarle la culpa a él. Hannibal era, Will lo sabía, lo sabe desde hace demasiado y aún así pronunció un "sí, quiero" con la sonrisa más maravillosa del mundo.

Acudió al Hospital de Baltimore solo, a expensas de su marido, no quería preocuparle por unos dolores de cabeza. En su primera visita simplemente le dieron pastillas, nada más. Pero los días pasaban y Will empeoraba. De las cefaleas pasó a no poder concentrarse en nada de lo que hacía y, de ahí, a desaparecer del mundo real y volver a aquel micro universo que habitaba en su mente.

Como cuando perseguía al Imitador, al Destripador de Chesapeake. A Hannibal.

Volvió al Hospital, esta vez lo derivaron a neurología. Qué desagradable sorpresa se llevó Will cuando reconoció al sustituto del Dr. Suttcliffe, que había muerto a manos de su esposo: Frederick Chilton era ahora el director de esa área. Tras su error con Gideon y antes de que lo echasen del Hospital Psiquiatrico, Frederick presentó su renuncia evitando así la mala prensa. Una jugada astuta.

Así que cuando Chilton vio a Will en la sala de espera, no pudo evitar sonreír. Will había sido suyo todo el tiempo que pasó en su hospital, fue totalmente suyo para haber hecho con él lo que quería. Y no lo hizo, algo de lo que se arrepintió siempre. El dulce Will Graham, un pajarito encerrado y malherido que permitió que le drogase y fue incapaz siquiera de tocarle, inconsciente como estaba en ocasiones.

Chilton no cometería ese error dos veces. Si estaba en neurología era por algo, y por supuesto iba a averiguar por qué.

Con los resultados de la resonancia en su mano, Will se vino abajo. La encefalitis anti receptores NDMA había vuelto.

Este tipo de encefalitis son la reacción a una causa más oculta. Will soportó toda una mañana de hospital con las diferentes pruebas que le hicieron, solo, sin más compañía que su mente cuando allí mismo volvía a disociarse.

Una vez hechas una amable enfermera le dijo que le llamarían con los resultados.

Esta era la llamada.

- ¿Sr. Graham?

- Sí...

Está asustado. Sabe que esta vez es diferente.

Corazones Rotos (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora