El Olmo

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- Hola, Anthony.

Durante unos segundos Anthony se queda callado. Lo sabe. Durante este tiempo ha conocido a Hannibal mejor que la mayoría, sabe con quién está el doctor, o por lo menos lo intuye.

Una profunda tristeza llena el pecho del joven. Quiere a Hannibal, asume que es recíproco, la parte egoísta que todos tenemos desearía que no estuviera con Will.

- ¿Estás con Will, verdad?

- Sí. Aquí estamos.

- ¿Dónde estás?

- No puedo decírtelo, Anthony. No quiero...que vengas.

Anthony entiende. No quiere que nadie sepa dónde están, no se trata de él. Will debe haber hecho lo mismo con Matt y Frederick. Está dispuesto a ver a Hannibal y no le importa para nada las consecuencias.

- ¿Necesitas algo, Hannibal? Asumo que estás escondido.

- Te quiero. Anthony...voy a tener que colgar. No podrás volver a llamarme, tendrás que esperar que lo haga yo.

- Por favor, espera...espera. Quiero ayudar.

Hannibal suspira. En la cabaña del acantilado no hay ninguna medicación de las que Will pueda necesitar, sobretodo cosas para el dolor. Will se negará a tomarlo, está seguro, pero Hannibal se encargaría de que no sufriera más de lo estrictamente necesario, y si eso significaba echársela en la comida, que así fuese.

Necesitaba, además, ropa. Allí la mayoría que había era ropa más bien veraniega, que Hannibal dejaba por utilizarla cada vez menos. La casa del acantilado era el lugar donde muchas veces Hannibal iba con sus víctimas, bien vivas, bien muertas, y podía hacer su faena sin que nadie le molestase. Era una casa muy apartada del mundo, perfecta para esconderse.

- Necesito...necesitamos, ropa. Medicamentos. Nos estarán buscando, Anthony, no puedo acercarme a casa. No puedo dejar a Will solo mucho tiempo...está muy mal.

- ¿Qué necesitas, qué hago?

¿Quiere Hannibal que Anthony se meta en problemas por su culpa? ¿Tiene elección, en quién más podría confiar? Anthony le quiere, quiere estar con él de verdad, hace tiempo que dejó de ser sólo deseo. Y Hannibal no podría estar más agradecido con todas las muestras de amor que ha recibido de su parte, Anthony es una buena persona que ni en cien mil vidas Hannibal merecía.

- Necesito que vayas a casa. La maleta más grande está en el vestidor, cógela y mete toda la ropa de invierno que veas de Will. Su ropa está en el lado izquierdo. Jerseys, gorros de lana, calcetines gruesos, todo lo que quepa. Si hay hueco suficiente mete ropa para mí, cómoda sobretodo, no necesito trajes donde estamos.

- Vale, ropa de invierno para él y cómoda para ti.

- Eso es. En el armario del baño superior verás que hay medicación...no voy a explicarte para qué es cada cosa, coge cualquier bolsa y mételo todo.

- Entendido, toda la medicación.

- ¿Cuándo podrás ir, Anthony?

- A media tarde. Sobre las 19.

- Te llamaré a las 18.30. Dejaré a Will un momento, sólo media hora, nos encontraremos por el camino.

Anthony sonríe al otro lado del teléfono. Ver así a Hannibal es más que no verlo en absoluto. Podrá hablar con él, podrá expresarse. Tal vez, incluso convencerle.

- Espero tu llamada. Te quiero, Hannibal. Te echo de menos.

- Gracias por todo, yo también te quiero. Te llamo después.

Corazones Rotos (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora