Mírate. Das pena

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Matthew había decidido enfrentarse a Hannibal en el mismo momento que lo escuchó gritar al otro lado de la habitación, la noche de la fiesta. Tenían una gran noche por delante y Hannibal lo había estropeado todo con sus hipócrita actuación ante lo que Will estaba haciendo. Si tanto amaba a Will, ¿por qué no había hablado con él? Matt lo habría hecho, de ser él, se habría sentado con Will y le habría preguntado qué pasaba, si es que pasaba algo. Todo era culpa de Hannibal.

Había deseado matar al Dr. Lecter desde que lo conoció años atrás en el Hospital Psiquiátrico, cuando Will estuvo ingresado, y Matthew asumió que finalmente sería suyo. Se equivocó, Will acabó perteneciendo a Hannibal, como muchas otras cosas. A Hannibal, que pudo disfrutar de su cuerpo tantas noches, de su compañía.

No negaba que envidiaba al psiquiatra. No podía evitarlo. Por eso, el día que encontró a Will en su sesión de quimioterapia a Matthew se le abrió de nuevo el mundo.

Esta vez no iba a desaprovechar nada. Daba igual si tenía que compartir a Will con Frederick, lo prefería al vacío. Will era suyo, media parte lo era, y tenía en mente que durante las próximas semanas lo fuese completo. Deshacerme de Frederick no será difícil, piensa. Así Will y yo podremos estar juntos, el tiempo que le quede. Cuidaré de él de la misma forma que lo hice cuando estaba en el Hospital Psiquiátrico, donde Will se dejó acompañar por un joven Matt que bebía los vientos por el empático, ya entonces.

Cuando Hannibal se acerca a su coche, Matt lo espera con una sonrisa cínica en los labios. Hannibal no se merece menos.

- Te esperaba, doctor.

La palabra doctor en sus labios suena a insulto.

- ¿Qué es lo que quieres? ¿Dónde está Will?

- Will...No tienes derecho a decir su nombre.

- Soy su esposo, tengo todo el derecho.

- Ya no, Will no quiere saber nada de ti. Sobre el papel puede que seas su esposo...en todo lo demás, no eres NADA.

Nada. Hannibal no da crédito a lo que escucha.

- Jamás seré nada para Will. Apártate de mi coche.

- ¿O qué?

Hannibal coge de los brazos a Matt y pega tirón de ellos, alejándolo de la puerta del conductor. Su maletín está en el suelo, se agacha a recogerlo y nota un dolor punzante en la espalda. Matthew le da un puñetazo bajo las costillas, Hannibal se arrodilla en el suelo.

- Ah, doctor...doctor. No tienes ni idea de la satisfacción que me da todo esto. Verte a ti, así, arrodillado. Sin Will, tan, tan solo. Tan perdido, no sabes nada.

Hannibal apoya su mano en el coche para ponerse de pie de nuevo. Matthew es más joven que él, más rápido, más fuerte incluso. Un enfrentamiento digno que sopesa si llevar o no a cabo. ¿Me odiaría Will? Ciertamente, hasta me da igual, piensa.

- ¿Sabes que Will es feliz conmigo, no?

- Querrás decir con vosotros. Frederick ya estará pensando cómo deshacerse de ti.

- Que lo haga, se llevará una sorpresa.

- Él es mejor que tú para Will y lo sabes. Tú tan sólo eres un cachorro que grita mucho, muy alto, pero no dice nada. Un cachorro al que se le presta atención un tiempo, y luego se le deja.

Una patada en su estómago lo devuelve de nuevo al suelo.

- Me tomas por imbécil, Hannibal. Dime, ¿qué se siente al saberse abandonado?

Corazones Rotos (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora