08. La cabaña

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- ¡¡¡KOKÓ, KOKÓ!!! – Oí desde lo más profundo de la cabaña detrás de Mar, un grito terrible y desgarrador, el Grito de Jet.


Por un micro segundo Mar y yo cruzamos miradas, ambos dos aterrados, ambos dos con todo el cuerpo tenso, otro micro segundo después ambos estiramos nuestros brazos, soltando el agua de nuestros tanques, estas chocaron en medio de los dos convirtiéndose en una maza de hielo que buscaba atrapar al otro, pero fue tal el impacto que una enorme explosión de agua nos empujó a atrás a cada uno... Ambos nos levantamos lo más rápido posible, apoderándonos del agua que pudiéramos, la terrible tormenta había comenzado...


Intentaba buscar el momento para gritar pidiendo auxilio, pero sabía que estábamos demasiado lejos del campamento, y mucho más de donde estaban los posibles refuerzos.

Tirada en el suelo, intenté levantarme como pude, tropezando un poco, resbalándome con la arena, me apoderé del agua que podía, y miré a los ojos a Mar quien con mucha furia sacudió sus brazos y me lanzó su agua en varios picos de Hielo afilados.


En un momento logré reaccionar y cubriéndome con los brazos, el agua que me rodeaba siguió mi movimiento generando un escudo que bloqueó los pinchos de hielo que me envió emitiendo un fuerte sonido.

Deshice el escudo separando los brazos, y al instante contra ataqué y Mar lo esquivó, comenzamos a hacer así un horrible baile, en el que ambos nos enviábamos ataques y tratábamos de esquivar.


Poco a poco nos íbamos moviendo formando un círculo, mientras que esquivaba era obvio que él quería que yo no huyera, pues poco a poco con sus ataques intentaba obligarme a moverme hacia la puerta de la casa y no hacia el camino que llevaba al campamento.

Seguíamos intercambiando golpes de agua sin parar, yo lanzaba bolas de Hielo, Chorros de agua para congelarlo, trataba de apresarlo con mis látigos de agua, pero no lograba conseguir nada, él era muy rápido, y sus ataques muy fuertes, intentaba ver el momento de que tropezara, se resbalara o algo para aprovecharlo, pero sus pasos eran firmes y poderosos, tumbarlo era imposible.


En repetidas ocasiones yo fallé al esquivar y una vez recibí un duro golpe de hielo en mi brazo, fallé de nuevo y recibí otro en el abdomen, y al resbalar por el dolor, no pude esquivar un golpe de agua con el que me dio directamente en el rostro tumbándome al suelo.


- Llovizna yo... yo... Solo déjame explicarte...


- ¿S-SÍ? ¿Explicarme qué? ¿Qué nos traicionaste? ¿Qué estás engañando personas inocentes? Eso NO es lo que teníamos que hacer... Eso NO es ser un Oasis Vivo... - Le dije mirándolo con rabia, aun retorciéndome en el piso intentando ganar terreno, algunos mechones de mi cabello rosa se atravesaban en mi rostro mientras respiraba agitadamente.


- Llovizna, por favor, ¡Reacciona!, ¡los Oasis ya no importan, ya no importamos! – Me gritaba Mar, no tanto furioso o pretencioso, sino casi triste, casi desesperado.

- Es... solo... cuando esos tipos de C.I.D. Fenixyz pongan esas antenas, ya no nos necesitará nadie del desierto... tenemos que mirar otras opciones, aprender otras cosas...


- Mar, ¿pero de que rayos estás hablando? Eras un chico tan amable y tierno... Mar el desierto siempre nos va a necesitar, no importa que ahora tengan esas guías tecnológicas, el desierto siempre necesitará de nuestra agua, de nuestra ayuda... ellos siempre te necesitarán... todos nos necesitan... Yo te necesito... - Decía intentando que mi compañero Oasis entrara en razón, lo miraba a los ojos desde el suelo y podía ver su duda, podía ver preocupación.

Oasis VivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora