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- Hace poco hable con Shion, cree que dentro de menos de 1 semana Minos pudiera volver a su... "Hogar"  a lo mucho 2 semanas.  Ya que esta cooperando mucho mejor de lo que creyó.  - El santo de libra suspiro. Era ya de noche así que dirigía devuelta al templo de Tauro para descansar junto a su pareja. El estaba solo en sus pantalones mientras el toro seguía usando su uniforme de entrenamiento pero mucho más abierto y aflojado. - Casi no he convivo con él a diferencia de ti o Albafica y Manigoldo, así que ¿Tu que opinas? ¿Es correcta la idea? 

- Uhm... - Pregunta complicada y respuesta complicada. Cruzando los brazos el toro cerro los parpados acercándose a la cama hasta sentarse. Analizando cada momento de convivencia que tenia con él, y viendo su lugar de "Alojamiento" Era complicado.  -  ¿La verdad? Minos aun mantiene sus actitud de cuando era un espectro. Más que malo parecer ser maquiavélico. En otras palabras: Solo le importa él mismo.

- Podemos usar eso a nuestro favor  entonces.  - El toro arqueo una ceja a su amante entendiendo rápido a que se refería. Si, era una muy buena opción valerse de eso.  Usar algo que le convenga o importe obtener para tenerlo controlado. - El problema es averiguar como. 

- Tendría que hablar con Albafica que fue el que más ha tenido tiempo con él. Ya que, en ese Bar que habita hay personas peligrosas que solo les importa el poder. 

- Shion también me platico de eso.  Rara vez el santuario se ha metido en temas de que involucren esos lugares a no ser que ya represente un peligro.  - Tampoco podían involucrarse como santos en todo, varias cosas estaban fuera de su jurisdicción lo cual era una desgracia conociendo muchas cosas malas a su alrededor. - Minos jura y asegura que no es el caso. Y de haberlos, no es por decisión de el o el dueño anterior, si no de las propias personas que atiende lo eligieron para sus "Negocios" Por eso termino aceptando las condiciones que Shion le vara sobre como debe mantener el lugar si quiere que le ven confianza. 

- Ósea, muchas prostitutas solían buscar clientes allí y con el tiempo se hizo su lugar preferido. Un poco triste si lo piensas. Pero que suerte tiene el malnacido entonces. 

- Tampoco hables así, Roborio y muchas cuidades de la zona siempre han sido muy tranquila. Tampoco que mucho pudiera encontrar. Shion me dijo que ya le puso condiciones 

- Tranquila no es lo mismo que seguras. Recuerda que me he encargado de ayudar huérfanos desde hace años. Abecés no es solo necesario guerreros. 

- Eso sueno a que tienes una plan para retirarte. 

- No. No es eso. Ósea, si, no me molestaría en unos años dejarle el puesto a las nuevas generaciones, pero hoy no es él momento. - Dohko le sonrió, pasando su mano por su brazo hasta llegar cerca de la altura de sus hombros. Donde sus ojos se quedaron en dirección a los ojos del otro. - Obvio tu te irías conmigo.  Si no vas a morir en siglos no te dejare olvidarme en 100 años más. - Dohko rio. Moviéndose para besar al toro, terminando cayendo ambos sobre la cama con el castaño sobre el toro. 

- Y... ¿A donde le gustaría llevarme mi torito entonces? 

- Pues. Aun no lo sé, pero de ser el caso seria en varios años. - Sus 2 manos impactaron en el trasero del Santo de libra sujetando esa zona evitando que el castaño se separe de él. En esa pose se quedarían un rato, uno encima del otro conversando relajados con los rostros bastante pegados. - 5 o 10  años me parece bien  para planear un retiro. - Extendiendo los labios beso a Dohko por solo unos segundos. 

- ¿Sabes que igual, existe la alta posibilidad de que tendría que volver al Santuario cuando tu mueras? - El toro no perdió el semblante que tenia, manteniendo la mirada que a ojos de Dohko era pasión pura. Hasgard/Aldebarán siempre lo miraba así cuando buscada seducirlo o coquetearle, por más "Noble" que pudiera parecer, el toro conocía muy bien lo que era ser un completo descarado en lugares apropiados como la cama. 

- ¿No dije que me quedaría contigo no importa donde tengamos que ir? Te amo.  El destino es dificil de manipular, lo sé. Yo moriré de forma normal, y nada puedo hacer. ¿Por qué eso tiene que ser un impedimento para que te regale los mejores recuerdos, y uno vida más cotidiana los 2 solos? No te concentres en malo, mejor concéntrate en mi. 

- Me vas a sufrir en unos años en ese caso. - Rio. Besándose nuevamente por un tiempo más prologando. Como Dohko estaba sin la camisa Hasgard podía tocarlo a su gusto, incluso metiendo un debo debajo del pantalón. - Me quieres hacer masoquista si esperas que no sufra cuando eso pase. Pero, supongo que prefiero verte morir tras vivir como solos y juntos por unos largos y hermosos años que en batalla. - Moviéndose Dohko termino debajo del cuerpo del toro, sujetando el brazo a su lado que Hasgard usada para apoyarse.  Aunque de largos y perezosos esos no pasaron esa noche. 

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Casi 2 días terminaron trascurriendo para el momento que Albafica y Minos volvieran a verse frente a frente luego de su tensa conversación. Aunque Albafica se mantenía serio y callado, Minos sonreía triunfante sabiendo que su "Pequeña espinita" Dio donde quería, cuando sus palabras dejaron pensando al recluido Santo de Piscis más de lo debido probando que tenia razón. 

- Un gusto volverte a ver.  ¿En que tanto has pensando? Raro no haberte visto. - Sin perder la misma expresión en su rostro le tendió la mano. Al contrario, Albafica se cruzo de brazos considerando si aceptar amablemente o mandarlo a comer mierda. Se notaba que estaba disfrutando molestar. 

- Hola. - Seco respondió. - Lamento no haber salido. - Asumo que mi compañía no hizo falta. 

- No tanto. Estuve mucho tiempo con el grandulón, también con el desgraciado sin una pierna. Se mueve bien para pelear sin ella. He de decir.

- ¿Desgraciado sin una piernas? - Casi rio. - ¿Peleaste con Manigoldo? - Arqueo las cejas bajando los brazos.

- Un simple entrenamiento. Nada grave.

- Ustedes 2.... Solo te voy a dar la razón porque de conocerlos a los 2, se que me hubiera enterado rápido de cualquier mala noticia.- Suspiro, lo siguiente que venia iba a ser complicado. Tragando por unos ligeros segundos su orgullo. Sabia que le iba a presentar ligeros problemas  con el egocentrismo del espectro, pero terminada aceptando hacerlo por cerrar ese tema de forma sana, por no decir rápidamente pacifista.  -  Sobre nuestra conversación. Desgraciadamente tengo que admitir que tenias razón. Soy fiel a mi cargo como Santo de Athena, puesto como Santo de Piscis, y sucesor de mi maestro, eso no cambiara, pero también deseo no quedarme torturado por la soledad el resto de mi vida. 

- ¿Algo más? - Bando un paso al frente Minos sujeto el mentón de Albafica con su mano, pidiendo que lo viera. 

- No te creas la gran cosa. Solo porque admití que tenias razón en algo. - Lo separo de él en un intento fallido ya que con su otra mano el espectro lo volvió a sujetar. 

- No me refiero a eso.  Me refiero a ¿Por qué no lo intentas? Una rosa tan exótica es un crimen tenerla encerrada y tu en todo el sentido no eres el tipo de persona que disfruta de la soledad. ¿Es tan malo para ti pensar por un momento primero en tus deseos?

- Te recuerdo que mi sangre es mi veneno. Si bien, puedo estar al lado de varios, un descuido puede matar a un pueblo entero. 

- Una herida en la lluvia puede esparcir la sangre en el aire y matar a quien tenga el frente. Una simple gota en el lugar equivocado puede matar plantas y animales, si, eso lo entiendo. Pero, no me parece impedimento para que lo intentes. No vas a estar abriendo heridas siempre. 

- Si. Si bien amigos no me han faltado deseo ser capaz de vivir un poco fuera del templo.  Es algo que debo considerar mucho.  

- Ehhh... Enserio pareces ser muy masoquista. No entiendo porque darte tantos dolores de cabeza cuando solo puedes irte y vivir feliz. 

- Perdona que agradezca no ser como tu. - Se jacto. En vez de ofenderse, Minos rio entre dientes, aunque más que risa termino sonando más a  un pequeño quejido, devolviéndole un gesto similar a Piscis.  

- Pensé que ya nos estamos llevando bien. 

- No diría eso del todo. Pero de que te soporto un poquito más que antes, si lo hago. 

- Es un comienzo. - Se encogió de hombros. Minos se deleitada de ver a Albafica sonriéndole así sea de forma sutil, empezando a confiar más en él. Se contenía mucho las ganas de en este preciso momento sujetarlo para saciar la curiosidad de rodarle un beso. ¿Cómo seria besarlo? Seguro sus labios debían ser dulces.

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