35. Lo del viernes

2.4K 395 78
                                    

—¿Dónde estabas? —Un golpe.

—¿Por qué no has contestado a nuestros mensajes? —Otro golpe.

—El grupo de WhatsApp ha caído en el olvido. —Uno más.

—Queremos detalles y los queremos ya. —El de ahora duele más que los anteriores.

—El próximo que me dé una hostia va a acabar ahogado en la piscina —amenazo lo más serio que puedo.

Los gemelos paran al fin. Ignoro sus peticiones y me adelanto a paso rápido para entrar por las puertas del club. Los escucho cuchicheando detrás de mí y en cuanto llegamos a los vestuarios Pablo vuelve a reclamar.

—Hugo, explícanos qué pasó. Por lo que a nosotros respecta, ni siquiera sabíamos si estabas vivo.

—Me estáis viendo. Ya sabéis que no.

—¡Ahora sí! Pero nos hemos llevado todo el finde preocupados por tu ausencia.

Meto la mochila en la taquilla e intercambio la mirada con uno y otro.

—¿Preocupados por mí o deseosos de escuchar algún cotilleo?

—¿Ambas? —Pablo sonríe inocentemente.

—No le hagas caso. —Esta vez es Yoel quien toma las riendas de la situación—. Me fui a por una copa y al volver ya no estabas. Ni tú ni Mattia. Estuve buscándote con estos toda la noche.

Que el rubio haya mencionado a Mattia me ha puesto un poco tenso, no lo voy a negar. Sin embargo, debo dejar esa tontería a un lado. Se van a enterar tarde o temprano, lo sé, pero quiero averiguar qué piensa el italiano de todo esto antes de tomar una decisión.

—Es evidente que no hicisteis un buen trabajo. Estuve en mi habitación el resto de la noche. Estaba cansado y quise irme a dormir pronto.

Los gemelos se miran entre ellos.

—¿Tú te lo crees?

—Ni un poco.

—Me alegro que estemos de acuerdo.

Bufo y centro toda mi atención en sacar las cosas de la mochila. Los demás chicos van llegando y Leo no tarda en arrasar con sus gritos entusiastas.

—¡Hola, chicos! ¡Qué pasada la fiesta del viernes! ¿Te han dicho estos dos que ligué, Hugo? Por cierto, ¿dónde estuviste el resto de la noche?

No respondo. En estos momentos mis amigos me están sacando de quicio y no quiero cargar contra ellos. Solo estaban preocupados.

—Me fui a dormir, estaba cansado. ¿Cómo es eso de que ligaste?

—Pues verás, me crucé con una chica que no había visto nunca y empezamos a hablar...

He conseguido cambiar el tema de conversación, lo que me alivia bastante. A pesar de ello, no puedo cantar victoria tan rápido. Mientras Leo nos narra su aventura del viernes, la puerta se abre y el chico de pelo blanco y tatuajes entra en los vestuarios.

El corazón me da un vuelco y ni siquiera sé por qué. El italiano luce como siempre, la expresión seria y ligeramente aburrida que porta a cada sitio que va no ha cambiado ni un poquito. Como ya es habitual lleva la sudadera azul del club y unos pantalones grises tapando toda esa piel que toqué hace unos días. No me conviene pensar en eso ahora mismo, por lo que me doy una bofetada mental y me obligo a dejar de mirarlo fijamente. Creo que me ha visto, pero me hago el loco y me concentro en quitarme la ropa.

—Hola, chicos.

Leo pausa su historia para saludar de vuelta al italiano igual que todos los demás. Trato de seguir su ejemplo, pero de mi boca sale un sonido extraño que está a medio camino entre un "hola" y un gruñido. Mejor sigo guardando la ropa en la mochila y evito abrir la boca.

A flote [Libro 1 ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora