𝟎𝟓

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Las noches ya no eran bonitas.

Se sentían monótonas, tal vez ayudaría ya que nadie saldría a la calle.

Deshacerse de su vida no sería tan difícil después de todo.  

Guardo bien la cuerda en su mochila, se puso un suéter con capucha, y dio rumbo hacia el lago oculto.

Era un lugar muy preciado para el, solía escapar de su casa con su padre para ir allí, habían siempre unas hermosas lavandas por el suelo, y gigantes arboles de cerezo.

No quedaba tan lejos de su hogar, por lo cual decidió caminar.

El era consciente de lo que estaba por hacer, sabía que no era la salida, pero creía no poder soportar más este martirio llamado vida.

¿En el más allá seré feliz?

¿Veré a mi padre luego de tantos años?

El lo sabía, su padre no hubiera querido esto, pero tal vez ahora pueda estar con el.

Mientras llegaba a su destino, una lagrima atravesó en su mejilla.

No entendía porque lloraba, las lagrimas deberian ser de felicidad, no sentirse pesadas y tan abundantes,su respiración se empezó a agitar con más lagrimas acompañadas.

Inconscientemente ya estaba en ese lugar.

Encontró el árbol indicado para empezar a colgar la soga con un nudo que aprendió en una clase de campamento.

Una vez terminado, tomo un gran suspiro, su respiración seguía siendo errónea.

Se subió como pudo al gran tronco del árbol para llegar al lugar de la cuerda.

Ya no era momento de arrepentirse, la cuerda ya estaba puesta en su cuello.

Y saltó.

No era la sensación más bonita, resistió durante unos segundos, hasta que escucho como caía al suelo.

—Auch.

Dijo el sobándose la cabeza.

—Como mierda...—Decía mientras se acariciaba ahora su rojizo cuello e intentaba recuperar el aire.

De los arbustos, salió un desconocido con un arco en sus manos, se dirigía hacia la dirección en que estaba el pelinegro.

Heeseung se asusto un poco por que el desconocido tenía la cara toda tapada, solo dejando ver su filosa mirada.

Estaba decepcionado, ¿Ni si quiera un intento para acabar con su vida podía salir bien?

Salieron lagrimas de frustración de su rostro, el no merecía eso, el merecía ser feliz, 

¿Por qué todos se lo impedían?

—¿Por que harías tal cosa?— Pregunto esta vez el desconocido agarrando la flecha que estaba incrustada en el pasto.

El azabache no contesto, no le importaría a un desconocido saber porque estaba ahí, en medio de la noche con una soga en su cuello.

El de apariencia anónima se acerco al pelinegro y se recostó a su lado.

—¿Cuál es tu nombre?

El tono de voz del extraño era bastante dulce a comparación de su apariencia.

—Heeseung...— Susurró el de cabello carbón.

El silencio era incomodo, en verdad ninguno de los dos sabía que hacer.

Heeseung se levanto de su lugar para ir a buscar de nuevo la soga, no podía ser interrumpido, no otra vez.

—No, no lo permitiré, no de nuevo...—Dijo el extraño agarrando rápidamente la soga del suelo alejándola del azabache.

El más alto quiso sacarle la soga de las manos al de capucha negra pero no funcionó.

—Dámela, por favor.

El encapuchado negó

—Crees que dejare que acabes con tu vida, ¿Qué clase de persona sería?— Se enrollo la soga a la mano lanzándola fuertemente al lago de al lado.— Mira, no se quien eres pero no mereces un final así, vamos regresemos con tu familia.

Como le decía que no tenía familia, y que vivía con un monstruo, como le decía que ya no era feliz estando así.

—No, no iré a ninguna parte.

Ya no lo resistió más, las lagrimas salían y salían.

Se sentía miserable y avergonzado estaba llorando en frente de alguien que no conocía, probablemente piense que era patético. 

Estaba solo, nadie en verdad lo quería ayudar, tal vez ese extraño lo hace por compromiso para presumirlo después

El contrario se empezó a poner nervioso, ¿Cómo calmaba a alguien en estos casos?

Las palabras no funcionaron, pero, ¿Qué más podría hacer?

No le quedo otra opción que acercarse al indefenso cuerpo del chico que yacía tirado entre las flores ocultando su rostro en sus rodillas.

Rodeó con sus brazos el tembloroso cuerpo del azabache, obteniendo como respuesta más llanto.

—Tranquilo, todo esta bien.

Nada estaba bien, el lo sabía, todos lo sabían.

Heeseung no paraba de liberar lagrimas mientras se aferraba al cuerpo del extraño.

Solo quedaban dos cuerpos con la vista sobre un lago que reflejaba la luna, una vista bonita para algunos.

Pero para uno de ellos se sentía vacío...  



𝓼𝓮𝓻𝓮𝓷𝓭𝓲𝓹𝓲𝓽𝔂/ 𝓗𝓮𝓮𝔀𝓸𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora