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En una de las montañas más solitarias del páramo, Jungkook se encontraba aún deprimido por la muerte de su madre; se preguntaba como podía existir gente tan cruel como ese hombre y peor aún, se preguntaba porque no tuvo la valentía de hacer algo al respecto.

Paso todo el día en aquel lugar, evitando a cualquier ser habitante del páramo, decidió que sería mejor pasar el día solo para ahogarse en su dolor.

Realmente ni siquiera se molesto en buscar algo de comer, solo observo aquel lugar del que su madre se había vuelto protectora, sabía que nadie protegería el páramo como ella lo hacía. Entonces recordó aquellas palabras que ella le dijo una vez.

"- Algún día tu cuidarás de este lugar, eres tan fuerte y mágico como yo, se que lo cuidarás bien además de que ellos confían en ti y te quieren demasiado".

Quizás ahora debía cuidar del páramo pero él recién comenzaba entender la vida y apenas podía cuidarse el solo, no sabía ni siquiera que pasaría con él, esperaba que esos cuatro seres miniatura que habían estado presentes durante toda su vida pudieran ayudarlo y apoyarlo; él definitivamente no quería estar solo, aun tenía mucho por aprender y quería llevar la enseñanza de alguien como su madre.

La noche había caído y Jungkook no podía despegar la mirada de sus piernas que se encontraban manchadas de sangre seca, sangre que perteneció a su madre y que posiblemente era lo único que tenía de ella.

Un graznido se escucho cerca de él y al elevar su mirada, sus hinchados ojos a causa del llanto, observaron un cuervo que al parecer lo miraba con curiosidad de saber que tenía pero Jungkook ni siquiera estaba de humor para soportar a un ave, así que con movimiento de sus dedos haciendo que saliera una especie de humo verde de ellos, el cuervo se alejo para no volverse a encontrar nunca más... O tal vez así lo creía Jeon, tal vez estaban destinados a volverse a ver.

Al día siguiente, mientras Jungkook caminaba para regresar al páramo, se encontró con un cazador y un perro que tenían atrapado a un cuervo en una red; desde la perspectiva de Jeon, el cuervo rogaba por vivir. Jungkook no quería que otro ser muriera de forma injusta en su presencia, así que decidió actuar aún estando escondido.

- En un hombre - Susurro moviendo su mano, volviendo a sacar aquel humo verde.

La magia hizo su trabajo y mientras aquella ave se convertía en un hombre, el cazador corrió junto a sus perros.

- ¡Es un demonio! - Grito asustado y corriendo lo más lejos posible.

Después de que el cazador se fue, Jungkook se acercó al hombre que se notaba bastante confundido; cuando este noto su presencia lo miro con una ceja elevada reconociéndolo de inmediato.

- Dime que le hiciste a mi hermoso cuerpo - Pidió con curiosidad.

- ¿Quieres que deje que te aplasten entonces? - Se notaba el poco humor en su voz.

Y el otro después de analizarlo, habló.

- Tal vez, no sé.

- No más quejas, te salve la vida - Y fue entonces que el ave noto aquellos ojos hinchados y carentes de brillo; no era un experto pero algo en su interior le hizo deducir que aquel chico de ojos grises había perdido a alguien.

- Perdóname...

- ¿Cómo te dicen? - Pregunto Jeon, con la esperanza de poder llamarlo por algún nombre.

Después de unos segundos recordando si alguna vez habia tenido un nombre o siquiera un apodo, habló.

- Una vez un niño me llamó Namjoon y en vista de que salvaste mi vida, seré tu sirviente - Aquello facilitó todo para Jeon, aunque no esperaba tener que llamarlo de esa forma - Haré lo que órdenes.

El rey del páramo ᎒ KookTae ⚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora