Capítulo 14

12.1K 1K 564
                                    


La sorpresa y las dudas asaltándole eran muchas. Una de ellas era la queja en el fondo de su cabeza contra su exesposo, de esa gran irresponsabilidad de infringir algo como esto en él y luego simplemente desaparecer, sin haber tenido la oportunidad de ser informado de lo que significaba.

La más importante, por otro lado, era Spreen.

El híbrido había infringido su marca en él. Se había enlazado con él. Juan se negó cuando Spreen lo intentó por miedo a ser abandonado, a tener algo con lo que no sabía lidiar solo, otra vez, sin poder contarle ni siquiera a sus más cercanos y, ahora que sabía lo que una marca implicaba... Estaba asustado.

Es verdad que estaba complacido con los pocos días juntos, al tiempo en que habían incluso formalizado una relación, pero le costaba demasiado confiar en que el oso no iba a huir de él. Jamás logró tener una relación estable con nadie, sus parejas huían de él o bien, no las quería. ¿Spreen sería diferente? El híbrido de oso negro no parecía tener mucha paciencia, con suerte mantenía cercanía con sus empleados, estaba espantado de que Spreen lo llegara a conocer más y fuera él quién se apartase primero.

¿Y si volvían a abandonarle? ¿Nuevamente iba a sufrir la marca? ¿Spreen le haría eso?

Mierda... También sabía que Spreen, el dueño del Pollo Feliz, aquel que no estaba cómodo con el contacto físico, el que incluso había preguntado por opciones cuando habló del aumento de la libido... Ese mismo, que también le preguntó por estar con él, quién no se complicó ni dudó en intentarlo, quién lo salvó a través de una marca que los ataba a ambos.

Lo entendía... Estaba demás desconfiar de él. Sus inseguridades hablaban, nublándole los pensamientos, pero no se halló mal. No podía pensar en que le disgustase la idea de tener su marca. No le molestaba ser su pareja. ¡Maldita sea, él realmente lo quería!

Le gustaba estar con el oso, le gustaba su tacto, su risa, su voz, sus burlas, sus besos, su cuidado y su cariño. No importaba que hubieran pasado poco más de dos semanas, sabía que más que nunca, había caído rendido por Spreen y si como él, el híbrido estaba de acuerdo, entonces iba a quedarse con él, iba a cocinarle por gusto, recostarse por las tardes juntos, cosechar en su compañía, hablar de tonterías...

—¿Juan? —Auron intentó sacarle de la ensoñación, luego del silencio repentino del hechicero y el retiro de la pareja del científico y el religioso. —¡Juan!

—¿Eh? —el hechicero por fin respondió cuando el mecha flama empezó a agitarle un poco. El cuerpo de Juan estaba sentado a un costado del dormido de Spreen.

—Juanito, tranquilo —el castaño mayor quiso tranquilizarlo al verlo tan perdido. —No te preocupes, si realmente no quieres la marca, Spreen lo va a entender, y sino lo hace, lo obligamos y ya. Tú no te preocupes por nada amigo, no necesitas sentirte obligado —le trató de consolar, pensando que Juan se había puesto mal por tener la marca del argentino.

No se equivocó, pero la dirección de los pensamientos de su amigo había cambiado drásticamente. —No, no, Auron, no lo entiendes... —le detuvo. Sus ojos, con toda la confusión que todavía poseía, subieron hasta encontrarse con los heterocromos de su amigo. —Es que yo quiero estar con él. —confesó. Auron le miró sin comprender, sorprendido de su declaración también. —Eso me asusta. Realmente quiero estar con él, Auron. Y no hemos empezado hace mucho, ¿qué pasa si me quiere dejar? ¿qué pasa si me abandona como hizo Rubí? Sé que soy un idiota, me enculé muy rápido amigo, ¿qué hago?

El silencio del presunto líder lo dejó perdido en sí mismo nuevamente. Había liberado sus inseguridades y expuesto ante uno de sus mejores amigos. ¿Cómo arrepentirse de eso? Luego de como fueron las cosas con Rubí, ni en ellos confió al ni siquiera contarles de la marca, y eso Auron lo tenía presente.

El Bosque - SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora