Cinco

863 107 12
                                    

Querido Peter:

Dos años después de encontrarme casualmente a Bell en un bar de mala muerte encontré una carta de Johnny. Él apenas tenía dieciséis cuando me había marchado de casa y ninguno de nosotros lo había visto desde hacía tres años. M me contó que pasó poco tiempo en casa de Bell, que se largó de improvisto y sin avisar a nadie. Quizás nos viene de familia eso de huir, ¿no crees?

En la carta hablaba sobre un lugar mejor, lejos de la ciudad y del ruido. No daba mucha información; es más, parecía inacabada. Lo último que había escrito en ella era una gran X, rodeada con bolígrafo rojo. La curiosidad pudo conmigo y decidí buscar a mi hermano. Pasé tres años recabando datos sobre su paradero: hablé con antiguos compañeros de clase y con el jefe de su último trabajo, investigué acerca de la misteriosa X y todo lo que tenía que ver con ella. ¿Qué encontré? Nada. Absolutamente nada. Nadie sabía dónde estaba y lo que sea que significase X era un secreto oculto a los ojos de los habitantes de nuestra ciudad. Creéme, me recorrí cada calle y y no descubrí nada de interés. Cuando me di por vencida habían pasado tres años. Estaba cansada y pensé que si él quería contactar con nosotros, lo haría. Aún sigo sin saber nada de Johnny.

Tras aquello entré en una larga y dura condena llamada aburrimiento. Bell y M estaban demasiado ocupados con sus problemas para preocuparse de los míos, y no les culpo. No les di muchas posibilidades. Solo comía cuando no me quedaba otra alternativa, me duchaba de tanto en tanto. Prácticamente no vivía. Todas mis esperanzas y mis sueños, todas mis ganas de vivir habían acabado. Y no fue hasta que vi una de nuestras antiguas fotografías cuando me di cuenta de lo mucho que te necesitaba. Casi no recordaba el sonido de tu voz ni tus manías, casi había olvidado lo que significaba amarte. Tras una buena ducha y un plato de sopa, hice las maletas. No sabía dónde estabas, no sabía siquiera si conseguirías perdonarme después de siete años, pero tenía que intentarlo.

Habíamos dejado de ser niños. Tú pronto cumplirías veinticinco y yo ya tenía veinticuatro. Ya serías todo un hombre y yo me lo  había perdido. Tu examen de conducir y tu primer coche, tu sonrisa el día de tu graduación. Eran momentos que no se volverían a repetir y yo, como una estúpida, los había dejado pasar por miedo al rechazo. Me había comportado como una niña pequeña, pero quería enmendar mi error.

Una noche, tiempo después, te vi. No habías cambiado, niño perdido. Quizás estabas un poco más mayor, un poco más maduro, pero las pecas seguían ahí, al igual que el pelo ondulado y la sonrisa traviesa. Tuve que contenerme para no correr hasta ti y besarte hasta que el mundo acabara. Pero entonces la vi a ella. Seguro que no la recuerdas, ahora entiendo que estabas demasiado borracho para saber lo que hacías. Era morena, no mucho más alta que yo, pero sí muy diferente a mí. Casi no dejaba a la imaginación con tan poca ropa. Se acercaba a ti de manera "seductora" que a mí me recordaba a un pato mareado. Tú mostrabas todos tus encantos de joven borracho. En aquel instante quise estrangularla, y a ti también. Pero no lo hice. Simplemente me tragué mis lágrimas y salí corriendo. En la huida, choqué mi coche con una moto. Maldije a todos los dioses que conocía y salí para ver los daños. Mi vehículo estaba en perfectas condiciones pero la moto se encontraba en sus últimas horas. Y lo peor fue que el propietario acababa de salir del bar se enfrente, para encontrar a una chica con los ojos hinchados y a su moto tirada por los suelos. Pero se lo tomó bien, hay que decirlo. Me ofrecí a pagarle los daños, pero se negó. Dijo que parecía no ser mi mejor día y que estaba de suerte, porque me había estrellado con la moto del chico perfecto para levantarme el ánimo. Incluso me invitó a una cerveza, la que yo obviamente rechacé. No me dejó tranquila hasta que accedí a acompañarle. Y resultó ser una de las decisiones más importantes de mi vida.

Se llamaba Capitán. Nos conocimos. Me gustó. Le gusté. Me enamoré. Nos prometimos. Casi nos casamos. Cambió. Cambié. Y tú apareciste con tus cartas que me hacían suspirar.

Definitivamente, hay mucho que debo contarte.

Te espera,

Tu Wendy.

N/a: hay muchas novedades en este capítulo. X, Johnny, Capitán...
Quiero saber TODO lo que pensáis: lo que va a ocurrir, quiénes son, dónde están, por qué lo hicieron...
Quiero saber qué opináis.

Un abrazo enorme,
—R.

PeterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora