Acto 4

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Dean y Castiel llegaron a la residencia de Novak. Estaba oscuro, pero Emmanuel tomó una lámpara de aceite y la encendió.

—Mi esposa no está aquí, gracias a Dios. Estoy seguro de que se desmayaría…— susurró Castiel, estaba frente a Dean, guiándolo escaleras arriba.

De repente, Dean sintió una brisa fría:

—¿Dijiste que viste el fantasma al lado de tu escritorio?— Dean entrecerró los ojos.

—Sí, está aquí— respondió Castiel en voz baja mientras abría la puerta del estudio.

Dean agitó levemente la barra de hierro en su mano, listo para dae en el fantasma.

Una vez dentro de la habitación, el frío se había vuelto más intenso. Las probabilidades de que la criatura que perseguía a Castiel fuera un fantasma se estaban convirtiendo en certezas.

Caminaron lentamente alrededor del escritorio. 

—Ve detrás de mí— pidió Dean, y Emmanuel obedeció de inmediato.

Dean vio una foto del General Novak en la pared detrás del escritorio. Era Castiel, pero no lo era. El tipo era casi idéntico a Cas, pero la energía definitivamente era diferente. Llevaba el uniforme de la marina británica y un hermoso reloj de bolsillo. Dean se giró para mirar a Castiel, el ángel que llevaba el mismo reloj que él.

—¿Pasa algo?— Emmanuel preguntó, confundido.

Dean estaba a punto de responder cuando el horror invadió el rostro de Castiel, obligándolo a darse la vuelta nuevamente para encontrar al fantasma de Emmanuel Novak detrás de él.

El cazador abrió mucho los ojos ante la revelación. 

—¡Es mi Reloj! ¡Tú! ¡Impostor! ¡Devuélvemelo!

El fantasma trató de alcanzar a un asombrado Castiel, pero Dean fue más rápido y con un certero movimiento de su brazo, atravesó la aparición con el hierro, y esta se disipó en un grito de dolor.

—¿Por qué... por qué se parece a mí?— preguntó Emmanuel, casi temblando.

Dean tuvo que pensar rápido. Si el verdadero Emmanuel estuviera muerto... y su cuerpo no hubiera sido visto, podría haber sido quemado o algo así. Así que... sin tumba, sin cuerpo, no había manera de matar al fantasma a través de eso. 

Pero, recordó Dean, el fantasma estaba muy enojado porque Castiel estaba usando su reloj. Los ojos verdes del cazador se posaron en ese objeto que colgaba del pecho de Castiel.

—El reloj, ¿puedo verlo?— Dean sabía que no era el momento de explicarle a Cas por qué había un fantasma que se parecía a él. Eso significaría revelar la verdad, y el pobre ángel aún no estaba listo.

Castiel le dio a Dean el reloj de bolsillo, y Dean lo abrió cuando el ángel dijo:

—Es un regalo de mi esposa... Ella dijo que lo dejaría aquí antes de ir a Crimea, porque no quería perderlo...

Dean abrió el reloj y había una foto de Daphne. El cazador frunció los labios y miró a Castiel.

—Tenemos que quemar esto— ordenó Dean, llevando el reloj a la chimenea. 

Recuerda Cuando... (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora