II

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Giorgia, Giorgia, Giorgia.

Su nombre pasaba por mi cabeza en cada segundo. Estaba sentado en una incómoda mesa mientras escuchaba a mi profesor hablar sobre la historia del arte realmente esto no me interesaba en mayor manera. Estudiar artes no es lo que todos piensan, pintar y dibujar o sacar fotos no era simplemente toda la carrera, además de las clases de algunas técnicas que debías elegir, yo personalmente opté por la xilografía, que es una técnica China -o al menos se cree eso- que consiste en grabar textos o imágenes en placas de madera y conseguir que estos queden en relieve, era lo más simple a mi parecer, así que tenía una clase de eso cada jueves.

Mi profesor no se interesaba demasiado en los alumnos, simplemente daba las clases y si no prestabas atención era problema tuyo, así que estar distraído no era algo de mayor gravedad.

Aún seguía pensando en Giorgia, no podía entender cómo pudo quedarse grabada en mi memoria si la vi menos de cinco minutos. Había algo en ella que mantenía mi atención capturada, tal vez la curiosidad de la situación que pasamos hace algunos días, pudo haber sido cualquier otra persona quien la pudo haber ayudado, pero ella me vio a mí antes que a otros o el simple hecho de que la estación hubiera estado vacía. Recordé su rostro, sus ojos grises, jamás había visto a nadie con ese color de ojos, estos eran un poco caídos e inexpresivos, lo cual le daba la sensación de que estaba cansada y seria todo el tiempo. Su nariz recta y respingada, además de su cabello, que era totalmente negro con tonalidades azules provocadas por la luz. A mi cabeza vino una gran idea, que me sacó de un gran bloqueo, podría pintar su rostro, no es por tener un gusto especial en ella, si no que era realmente atractiva, y no en el mal sentido, sólo que puedo asegurar que cualquier persona que la viera caminar por las calles se voltearía a mirarla.

Mi hilo de pensamientos fue quitado de repente cuando veo al profesor caminar hacia la puerta del salón y a algunas personas comenzar a tomar sus cosas, así que hice lo mismo que ellos y rápidamente me dirigí fuera. Esa ya era mi última clase, así que podía irme a casa.

Caminé por los pasillos dirigiéndome a la entrada, estos eran algo amplios y con varios salones a los costados, realmente no había mucha iluminación, así que, al ser un lugar cerrado, poder ver al caminar con las luces apagadas era un verdadero desafío, al igual que no chocar con los casilleros apegados a las paredes.

Mientras pasaba por ellos, recordé que debía hacer un proyecto, así que me dirigí a mi casillero y lo abrí, sacando algunas de las escasas cosas que estaban dentro de él, como pinceles o pinturas, además de unos papeles con recordatorios que estaban pegados con cinta en este. Saqué lo necesario y lo metí en mi mochila, para luego cerrarla e ingresar la clave del casillero nuevamente para que este no se pudiera abrir.

Continué caminando por el pasillo hasta llegar a la gran puerta que había para poder salir del lugar, la abrí y fui hacia afuera. Justo al lado de la puerta, pude escuchar una voz fastidiosa y -lamentablemente- conocida decir mi nombre. Sabiendo lo que pasaría, voltee de manera lenta mi cabeza hacia su dirección.

-¡Por fin sales! Te estábamos esperando. -

Era Connie, un amigo que hice en una fiesta mientras estaba con Lisa. Desde ahí nos hicimos medianamente cercanos y hablábamos seguido, pero su energía era demasiada, lo cual era agotante ya que no se detenía por nada ni nadie. Ahí también estaban Sasha y Marco, que eran amigos de él y ahora tenemos un pequeño "grupo" por así decirlo.

-Hola. -Dije sacando mi celular del bolsillo y comenzando a mirarlo, restándoles importancia a los que estaban frente a mí.

-Vamos, no seas así. -Inclinó su cabeza para que pudiera verlo mientras tenía mi vista pegada al celular. -¿Qué dices si salimos hoy? -Cuestionó con una sonrisa.

Out Of Time | Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora