𝕰𝖑 𝕹𝖎𝖓̃𝖔 𝕯𝖊𝖑 𝕾𝖚𝖑𝖙𝖆𝖓

☦︎𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜-𝑐𝑎𝑡𝑜𝑟𝑐𝑒☦︎

— Izuku~... No soy yo Izuku.

Los ojos del menor se abrieron de golpe, viendo el escenario, Katzuki mal herido apoyando a su madre junto a los otros, a lo lejos logro divisar a varios guardias caídos y luego... A Masarau, sus ojos se abrieron con miedo al verlos, luego, vio frente suyo, una mirada escarlata y una sonrisa grotesca lo esperaban, una mano totalmente rasposa y con uñas ligeramente largas, mirando a visión de su madre detrás de aquel que le extendí la mano, por alguna razón, algo le gritaba una simple palabra.

— No... Mi pequeño Izuku, no soy yo, ayud a los tuyos, no caigas en trampas tan absurdas.

Una voz cálida, maternal, una voz que le daba toda la confianza que necesitaba para tomar una simple decisión.

— No...— susurro, apabbrtando su mano miro con miedo al mayor.

— ¿Qué?... Acaso ¿Escuché bien mi pequeño? — Izuku le miro con ira, miedo, asco y pánico.

— No... No voy a ir contigo ¡M-mientes! Esa no es mi madre e-ella murió hace mucho — el peliverde noto la claro molestia del peliazul cenizo, retrocediendo un poco esperando no tener alguna fuerte represalia, claro aquello no fue así. Antes de que Izuku pudiera irse, el mayor lo tomo firme de su brazo, acercándolo más a él, Izuku noto aquellas escarlatas, le miraba con deseo, molestia, ira y lujuria, lo sabia bien.

— Puede que mienta... Pero ¿Y si no? ¿Qué mierda pasaría si tu madre en realidad está ahí? ¿Si la estoy torturando por tu culpa? ¿Si en realidad la mantengo mi prisionera? — Izuku cayo en la duda, mirando al mayor sin saber que decir — tu decisión aún no es clara Izuku... Vamos piensa un poco más con esa estúpida cabecita tuya.

— No soy yo Izuku... — de nuevo aquella voz, Izuku vio de nuevo el portal que mostraba a su supuesta madre, no recordaba mucho de ella, a fin de cuántas la había perdido muy joven, así que ahora solo pensaba en ella, tratando de recordar, su madre no era tan alta, su cabello era verde, no negro, su complexión no concordaba con lo que su mente recordaba, no era ella y eso lo sabía — no soy yo...

— ¡Mentiroso! ¡Ya te lo dije u-una vez! ¡Ella no es mi madre, ella murió hace mucho, la asesinaron unos matones! — dijo con completa molestia, el peliazul le miro con aún más enojo que todas las emociones anteriores, apretando más su brazo al punto de herir al pecoso.

— ¿Sabes quién la mato? — pregunto el mayor viendo fijamente al pecoso, Izuku nego — ay pequeño Izuku... Fui yo... El reino del que vienen no es nada más que el mío ¿Sabes porqué la mate? Simple, tu madre no estaba de acuerdo con nuestro matrimonio, yo te quería a ti y a nadie más, pero ella se negó, ante eso mi padre la mando a matar en mi nombre, pero tú escapaste junto a ese idiota de Yamada ¿Recuerdas su muerte Izuku? ¿Sus gritos de dolor? ¿Su mirada de angustia? Todo eso fue tu maldita culpa — Izuku comenzó a llorar, realmente no recordaba todo al pie de la letra, tenía dos años cuando eso sucedió, era obvio que no se acordaría de la gran parte.