04

184 31 4
                                    

Dos hombres se encontraban detrás de la puerta, solo debían de darle un leve empujón para poder entrar, el más alto de ambos no estaba seguro de que tal aventura en la que se había visto involucrado terminara bien, tan siquiera recordaba como había terminado aceptando la descabellada idea que su amigo había propuesto.

Inseguro intento hacer que se hechara para atrás argumentando que si alguien los veía los tomaría de ladrones irrumpiendo en la casa de alguien más, cosa que no estaba alejada a la realidad pues prácticamente eso era justo lo que estaba ocurriendo. El menor le dirigió una mirada de reproche y el le rogó a los cielos por paciencia, algún día ese muchacho lo mataria.

Ambos ingresaron en el departamento de Sakunosuke, era tarde pues ya pasaba la media noche por por que no era de sorprender el silencio que reinaba en todo el lugar.

Teniendo claro que había niños durmiendo fueron lo más cuidadosos posibles con evitar algún tipo de ruido, su misión era ingresar a la habitación del dueño del lugar, quien tal vez se encontraría descansando o leyendo algo. No era la primera vez que irrumpian en su casa, así que esperaban que este se hallara despierto.

Cruzaron el pasillo que daba a las habitaciones hasta encontrar la que querían, la puerta estaba ajustada, por lo que se podía ver el interior por el pequeño espacio que está les brindaba, la luz que alumbraba el interior era de esas que les suelen colocar a los niños con miedo a la oscuridad, cosa que los tomo desprevenidos, pues la última vez que ellos habían visitado el cuarto de Odasaku jamas se percataron de ese detalle y estaban seguros de que era algo nuevo que el apenas había instalado.

El menor ingreso con alegria creyendo que su amigo se encontraba despierto leyendo siendo seguido por un avergonzado hombre de lentes, más el entusiasmo del primero se esfumo por completo y aquel brillo en sus ojos que lo hacían lucir como un pequeño que había recibido algo que le gustaba fue reemplazado por una friolenta mascara de asombro, desagrado y enojo.

Ango observo bien la razón por la que el castaño lucia tan desconcertado, fijándose en como el pequeño albino se encontraba compartiendo cama con el pelirrojo mientras se encontraba abrazándolo entre sueños, tal vez imaginando que abrazaba algo muy suave debido a la pacífica expresión que enmarcaba su rostro.

Dazai estaba a punto de pegar un grito para despertarlos, cosa que fue evitada por Sakaguchi recordandole que había pequeños durmiendo y que lo que menos quería era despertarlos o si no Odasaku se enojaria con el.

El castaño tomó un gran bocado de aire y permitió que sus pulmones se llenarán de oxígeno hasta que ya no cabía más y lo soltó lo más rápido que pudo como si se tratara de un toro a punto de atacar.
Osamu se acerco hacia el lado en donde estaba Atsushi descansando, se agachó a su altura y lo empezó a mover cada vez con más rapidez sin medir su fuerza por el claro enojo que sentía por no poder gritarle en su cara las cuatro verdades que tenía para decirle.

Sakaguchi se acerco a paso veloz al percatarse de como estaba clavando sus uñas en la blanca piel del menor y lo alejo.

Mientras ambos discutían entre murmullos sobre que lo mejor sería que regresaran en la mañana, no se dieron cuenta de que tanto Odasaku con Nakajima habian despertado.

El mayor los miro saliendo de su ensoñación, confundido por tenerlos a tales horas de la noche, más antes de tan siquiera poder preguntarles algo, se percató de que el ahora despierto pequeño que dormía a su lado soltó un leve quejido, notando así la gran marca roja de una mano adornando gran parte de su hombro y brazo.

–¿Estás bien, Atsushi? ¿Duele mucho? —decidió ignorar las inesperadas visitas que habían en su habitación para fijarse en el niño—.

–Si, solo duele un poco, estoy bien, no se preocupe —tranquilizó al mayor minimizando el ardor que sentía ya que era soportable—.

❣︎ℂ𝕦𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕞𝕖 𝕣𝕖𝕔𝕦𝕖𝕣𝕕𝕖𝕤❣︎ Where stories live. Discover now