𝐋𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐨𝐬𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐨𝐬 [𝐋.𝐒]

𝐃𝐨𝐜𝐞: 𝐂𝐨𝐦𝐞 𝐛𝐚𝐜𝐤 𝐡𝐨𝐦𝐞

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Al despertar al día siguiente, Louis seguía dormido, abrazado a la cintura del mayor, estando de lado, sus mejillas se hacían más gorditas y su boca se abría ligeramente, mostrando un poco de aquellos blancos dientes, se veía tan tranquilo e inocente que Harry sonrió, y su mano acarició su esponjoso cabello y sus lindas mejillas.

El castaño soltó un murmuro somnoliento y sus ojitos se abrieron lentamente, parpadeando para enfocar su vista en el rostro de Harry, a pocos centímetros del suyo.

Tan cerca que sus mejillas se encendieron pero sus ojos no pudieron apartarse de los del Dios, admirando desde su oscuridad en sus pupilas, hasta las pobladas pestañas que los enmarcaban, y un lindo lunar debajo de uno de sus ojos.

—E-ehmm... —Louis balbuceó un intento de hablar pero no pudo, sus mejillas se volvieron muy rojas y tosió para despejar su garganta.

—Es más cómodo dormir contigo sin ese conejo en el medio —dijo Harry, ignorando los nervios de Louis y sonriendo, sus ojos estaban aún cargados de sueño, haciendo que un pliegue de notara debajo de estos, su cabello despeinado y su sonrisa, el menor pensó que era algo lindo de ver para despertar todos los días.

Louis no supo qué responder, y solo se ruborizó enormemente, con lentitud se separaron, y Harry probó dejar de tocarlo para buscar a sus Humanos entre sus emociones.

—¿Cómo están? —preguntó Louis, viendo como el mayor llevaba una mano a su pecho, sobre su corazón, y daba ligeros mimos sobre este, su ceño estaba fruncido, y notó que algo iba mal por su expresión, Harry era como un libro abierto.

—Me siento más... Vacío, como si no hubiera tantos, como si muchos se hubieran ido.

Louis le rompió la tristeza de su voz.

—¿Qué pasa cuando los humanos mueren? ¿Los sigues sintiendo?

Harry negó.

—Los Humanos son criaturas de la vida, cuando mueren son Almas, y no me pertenecen, ya no soy su Dios —dijo, sonrió de forma penosa—. Por eso el que me hayan exiliado aquí es una condena, porque ya soy un Dios que no puede hacer nada.

»Incluso, cuando ellos llegan a este mundo luego de morir y los consuelo... Yo no siento nada de lo que ellos sienten, pero lo hago porque no pude hacerlo cuando debía.

Louis no supo qué responder, murmuró un suave "Lo siento", a lo que Harry respondió que no debía porque no era su culpa.

—Vamos a ver a Liam, quizás esté peor que ayer —dijo Harry, levantándose finalmente, tomó la mano de Louis para salir de la casa, y el castaño seguía en el mismo lugar que antes, al verlo salir Googie corrió hacia él.

—No quiso dormir, no durmió nada, se siente mal, no sé qué hacer —dijo el conejito, para que solo Louis pudiera entenderlo, los demás escucharon una serie de chillidos adorables.

—Oh, Googie... No pasa nada —Louis lo alzó con su brazo libre—. No creo que podamos ayudarlo de todas formas —murmuró, solo para su protector.

—Liam —la voz de Harry sonó calmada al acercarse, de agachó a su altura, el Dios del Sol ni siquiera pudo mirarlo, sus ojeras eran evidentes, sus ojos estaban hinchados de llorar, y se abrazaba a su Sol, que tenía un brillo mucho más sutil que antes—. ¿Cómo te encuentras?

Liam solo negó y miró directamente a Louis, muy lejos de la imagen del Dios furioso que había visto antes, su expresión era de pura súplica, era tan triste de ver que las lágrimas subieron a los ojitos de estrellas del joven Dios y parpadeó rápido para no comenzar a llorar.