𝐂𝐚𝐭𝐨𝐫𝐜𝐞: 𝐀𝐰𝐚𝐤𝐞

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▭𝅼▬࣪▭𝅼▬ׄ▭ ꒰🌼꒱ ▭𝅼▬࣪▭𝅼▬ׄ▭𝅼

—Voy a estar bien, voy a estar bien —dijo Harry, con esa sonrisa encantadora y con hoyuelos que enamoraba a Louis cada vez que la veía—. En serio, es muy importante que vayas.

—Pero, ¿Y los Humanos? ¿Y si te sientes mal? —Louis no quería volver a verlo de la misma forma que lo había encontrado, tan roto e inundado en pánico, sin poder respirar del dolor que recorría su cuerpo debido a las catástrofes en otro mundo y al sufrimiento de sus pequeños protegidos.

—Ya he pasado por eso y sigo aquí, ya te lo dije —le recordó, tomó sus mejillas para dejar caricias con sus pulgares, se detuvo un momento a ver sus rosados labios, en ese pequeño mohín que solían estar siempre, como un lindo puchero—. Estaré bien, ve con Alexander, no es conocido por tener gran... Paciencia.

Miró de reojo al rubio, que parecía estar maldiciendolo mil veces al mismo tiempo.

—Googie estará contigo—dijo el castaño rápidamente, tomó al conejo que estaba a sus pies y lo llevó hasta el pecho del otro Dios, haciendo que este lo cargara—. Cuídalo bien —le dijo al dorado conejito—. Volveré lo antes que pueda.

Harry asintió, le hizo señas para que se vaya, pero el unicornio era demasiado alto para que pudiera subirse solo, así que Harry tuvo que dejar a Googie en el suelo para poder ayudarlo a subir, para sentarse detrás de aquel Dios que le daba miedo.

—Es mejor que te agarres porque está cosa va rápido —dijo Alexander, y Louis no entendió, fue Harry quien guió sus manos a tomar la cintura del rubio, ruborizandose, dándole mucha ternura a Harry.

Por todos los Dioses, se lo podría comer vivo de la ternura.

Finalmente el animal comenzó a galopar para irse, tomando velocidad rápidamente, al mirar para atrás Louis pudo ver a su lindo Dios de los Humanos abrazarse al conejito con dolor, se prometió volver rápido, no quería que sufriera, no más de lo que ya lo había hecho sufrir.

No habló en todo el camino con el rubio, vió aquel mundo que poco había explorado pasar rápidamente junto a él, vió que había más que sólo árboles, el pequeño hogar de Harry debía estar tan apartado de lo demás, había casas, y calles, se parecía a las ciudades que tenían los mortales, y había muchísimos Humanos, la gran mayoría se veía tan perdidos, tan nuevos.

Louis quiso llorar, porque aquellas almas eran las víctimas del más reciente apocalipsis, que era su culpa.

Todos los miraban al pasar, a Louis le costaba tanto mantener la vista en ellos, porque parecían verlo con admiración, con una sonrisa, los saludaban con ganas y los recibían con victores.

No sabía si lo miraban tanto por aquel enorme corcel con un único cuerno, o la presencia de Alexander, el Dios de las Almas, que era imposible de ignorar, o quizás él, que aún destacaba demasiado, aún se notaba "demasiado hermoso", si bien se había adaptado a aquel lugar, su amplia túnica rosa se había reducido a una simple tela que cubría su cuerpo, sin tan dramáticos doblajes, su cabello no estaba tan pulcro como antes, estaba seguro que su piel estaba de un tono más gris y hasta tenía ojeras, pero parecía que no podría quitarse el título del Dios de Todo lo Bello nunca.

Sus ojitos brillaron con admiración cuando se encontraron con un enorme templo, casi igual al que Auritz tenía en el Mundo de Arriba, igual de blanco e imponente pero de alguna manera de veía mucho más amigable, porque podía notar la gente que estaba a su alrededor, que era libre entrar y salir de las amplias puertas dobles de la entrada.

Alexander se detuvo antes de llegar al interior, para bajarse bruscamente del unicornio y luego ayudar a Louis a bajarse, aunque no fue de gran ayuda porque igual terminó casi cayendo de cara sobre el suelo cuando sus pies se tropezaron consigo mismo.

𝐋𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐨𝐬𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐨𝐬 [𝐋.𝐒]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora