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Las leyes en el mundo eran solo una farsa. Mientras gente con dinero hace lo que quiere sin importar estás otra cantidad de gente es castigada por un simple error, solo en algunos casos.
A ella la llevaron a un internado solo por defender a alguien cuando lo molestaban y digamos que había muchas narices y brazos rotos pero solo son detalles.
La vida nunca te da lo que quiere, la vida se trata de suerte, de inteligencia, de fuerza y porque no, también de jugar con los demás.
El juego fue sencillo logro escuchar como era la dinámica dentro de cada uno y los palos que eran. Todos murieron.
Se llamaba tiro al blanco fue sencillo al ver las armas y como los blancos eran sus compañeros, no fue mucha batalla ya que solo era ella, varios de los demás hicieron un numerito al no quererse matar entre ellos, así que solo les disparó ahorrándoles la culpa que ellos sentirían.
La carta de 5 de corazones estaba en su mano, la adrenalina al tope, le gustaba todo eso así que se dijo así misma que jugaría hasta que muriera o al menos hasta no tener ganas de vivir dentro de ese lugar.
Llego a lo que ella recordaba llamar casa, ya que se la vivía en el laboratorio y por eso cargaba una mochila con suficiente comida como para un mes.
Quería descansar y mañana estar lista para todos los juegos que le fueran posibles.
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Suguru Niragi, estudiante de programación de videojuegos con pasado traumante.
No recordaba como llegar ahí, en ese lugar con bastante vegetación, solo recordaba buscar el contacto de su mentora para invitarla a comer cuando escucho fuegos artificiales y todo se volvió negro.
Ahora seguía las luces que indicaban un nuevo juego era programador así que le encantaban esas cosas.
Solo que no esperaba encontrar a su mentora en ese lugar.
—Profesora Zuki
La chica volteo a verlo de una forma un tanto amenazante, ahí cayó en cuenta de cómo la llamo y se disculpo rápidamente.
Ahora la mayor tenía que cuidar al que se había nombrado así mismo hermano menor de esta.
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Takatora Samura. Solo eso no había registro de su nombre, ni ocupación, nada.
Conoció a Niragi cuando se fue a hacer sus piercings y el sus tatuajes. Este no dejaba de hablar sobre su mentora así que solo escuchaba con atención lo que decía, hasta que se conocieron, se dió cuenta que los 3 tenían esa parte rota que suplantaban con locura y ambición.
Sabía que la chica era algo raro combinado de científica, militar y vendedora de armas y droga.
El chico era programador, una vida un tanto aburrida para el.
Cuando llegó a ese lugar de libertad siguió los letreros que lo llevaron a reencontrarse con sus amigos.
Se podía ver el cansancio de la mujer al tener que cuidar a un Niragi con demasiada azúcar en la sangre, asi que solo se acerco sin que se dieran cuenta.
—Ya lo pongo en calma jefa
Ambos voltearon con sus típicas caras, la seriedad de su mayor y la hiperactividad (por el momento) del menor.
