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El día anterior, Hinata había salido corriendo al baño y había tardado mucho en salir después de darle un cabezazo. Después, algunas horas después, está retorciéndose de dolor en el suelo.

¡Maldita sea! Y justamente cuando las dos ninjas médicos que conoce no están disponibles, y ¿qué podría decirles a otras enfermeras? ¿«Hola soy Uzumaki Naruto, uno de los mejores ninjas de Konoha y vengo a preguntarle sobre la sangre que vi en la braga de mi novia, ¿qué dónde la encontré? Ah, la encontré en la basura. Verá, es que estuve muy enojado, terminé pateando el bote de basura y ¡oh sorpresa! Ahí las vi»? Hasta la sola mención era ridícula.

Se vistió rápidamente con un conjunto muy sencillo para un ninja y para un civil. Por si acaso llevaba en su pierna derecha el estuche de kunais y shurikens. Se peinó y se puso un poco de loción en el cuerpo. Se aguardó la braga en una bolsa de plástico que más tarde metió en un bolsillo interno de su abrigo negro y salió al encuentro con Hinata con ambas botellas de pastillas. La de Sakura la aguardó junto con la braga mientras que la otra la llevaba en su abrigo en el bolsillo delantero izquierdo.

Hinata estaba comiendo un poco de sopa mientras veía la televisión. Al verlo, le sonrió cálidamente y le pidió que se sentase.

—Te serví un poco —le dijo cuando él se sentó a un lado de ella—, espero que no se haya enfriado.

Naruto sitió que no cabía dentro de sí por la confusión.

—Eh, Hinata...

—Y en cuanto a lo que me dijiste antes —rellenó su cuchara y le sopló un poco—, creo que tienes razón, no debemos pelear. Muy pronto será navidad y no me gustaría celebrarla peleando contigo —comió de la cuchara y habló con la boca llena—. Porque yo te amo, Naruto.

—¿Eh? —articuló Naruto con un ojo más abierto que otro y la boca abierta. Hinata al verlo rió y le extendió el plato.

—Y yo también me gustaría disculparme contigo. He sido muy egoísta al no decirte nada acerca del Ritual.

Naruto entonces, recibió un clic dentro de su cabeza.

—Hablando de eso...

—No hay nada de qué preocuparse, Naruto. —Comió un poco más—. Sólo es una pequeña celebración.

—Ya temía eso pero... ¿hay que seguir algún protocolo o qué? —él se dispuso a comer también; aunque le parecía muy extraño que Hinata actuase así.

—Escucha, cada vez que un sucesor de la familia Hyūga tiene a un pretendiente a ma-ma-ma... matrimonio... ehm, es tradición que el primer fin de año se le invite a una cena familiar para poder observarlo y declarar entonces si...

—¿Sí?

Hinata dudó antes de continuar:

—Si es un buen prospecto o no.

Naruto no dijo nada. Simplemente tomó otra cucharada de sopa y se la llevó a la boca, entonces ya no tuvo sabor alguno.

—Lo harás bien... lo prometo.

«Sí, claro» pensó irónicamente Naruto, pero aún así, tomó asiento cómodamente y junto a Hinata terminaron sus respectivos platos de sopa.

Las luces navideñas estaban aún mucho más presentes que nunca; los gordos vestidos de rojo estaban por todos lados, Naruto por un segundo quiso clonarse y destruirlos a todos con un millón de Rasengans. Pero la nieve seguía cayendo con mucha fuerza y ambos, tanto él como ella, están bien abrigados por lo que Naruto se permitió respirar el frío aire tranquilo.

—Nuestra primera navidad... juntos —musitó Hinata soñadora, cuando Naruto la vio, ella estaba sonriendo.

—Sí —dijo él un poco confundido—. Me alegra que ya estemos bien.

¡𝐻𝑖𝑛𝑎𝑡𝑎! ¿𝐸𝑆𝑇𝐴𝑆 𝑀𝑈𝑅𝐼𝐸𝑁𝐷𝑂?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora