❁⁎✬⁂【:.6.:】⁂✬⁎❁

401 55 0
                                    

Después de una noche entera en el sofá con una chaqueta como protección para el frío éste se había empeorado con forme pasaba el tiempo obligándole a quedar enrollado como un conejillo para no sentir tanto el clima helado; sin embargo a la mañana siguiente Naruto se desperezó estirando sus brazos y bostezando mientras se iba a la cocina por una taza de café caliente.

Al ver por la ventana de la cocina, notó como los primeros copos de nieve caían por toda la aldea cubriéndola de manto blanco. Siendo honesto consigo mismo, jamás creyó que la primera navidad con una mujer a su lado la pasaría de ese modo.

Deberían estar los dos juntos viendo y disfrutando de aquello, empaparse con la felicidad que conllevaba la navidad y la nieve; tomando tazas de café caliente con una manta calientita rodeándolos mientras ven la televisión, cualquier tontería, pero juntos cualquier mal programa había sido tolerable.

Si aún fuese un niño, lloraría por su realidad.

Estuviese solo o con compañía, nunca disfrutaba de una navidad completamente feliz.

Bebió un poco de la taza de café y sintió como el líquido le quemaba la garganta, no hizo ningún gesto pero le había ardido mucho. Bebió otro sorbo y otro. No tomó ningún pedazo de pan o siquiera comió la sopa caliente que humeaba en la estufa.

Un minuto...

¿Sopa caliente?

Entendía que Hinata hubiese hecho sopa el día de ayer para comer, pero que estuviese caliente a plena madrugada era casi demencial.

Acercó su mano, dudoso, a la pequeña olla y la alejó casi al instante. Estaba caliente.

—Tienes que comer —le dijo Hinata atrás suyo—. Hoy vamos a ver a mi padre —Naruto se giró para verla, ella estaba con el cabello húmedo y con un conjunto de ropa invernal. Un grueso pantalón azul marino, un abrigo negro que llevaba consigo una capucha con peluche y un par de botas que llegaban hasta las pantorrillas color café. Su cabello estaba suelto y su mirada demostraba cansancio.

Naruto ya no pudo contenerse más. Dejó la taza de café en la mesita de la cocina y sin resistirlo, abrazó a Hinata con mucha fuerza; más está vez procuró pensar en ella y no dejarla sin aire o costillas.

—Lo siento —dijo pegando su mentón en el hombro bien cubierto de Hinata—, lamento mucho lo de ayer... el gritarte... perdóname por haberte hecho pasar frío... pero, lo que dijo Ino anoche...

—Naruto-kun... no estoy molesta.

Naruto casi rodó los ojos cuando descubrió otra mentirilla de Hinata. Claro que estaba molesta, no le había esperado para comer juntos, se había dado una ducha pasando de largo de él. Había dejado que él despertase solo y con frío aquella madrugada. ¡Seguía molesta a pesar de que él ya se había disculpado!

Vaya...

—Entonces, ¿todo bien? —preguntó Naruto con los ojos entrecerrados, si así quería dejar las cosas, entonces que así fuese.

—Sí.

Entonces que así sea.

La soltó lentamente.

—Iré a bañarme primero.

—De acuerdo.

Esa había sido su conversación más seca y frustrante desde que habían iniciado su relación y Naruto odiaba sentirse así en su propia casa: rechazado.

Sin decirle nada más, Naruto fue a la habitación con la intensión de tomar su toalla y su rastrillo para afeitarse ahora que iba a ver al vegete Hyūga. No era que se muriese de ganas por impresionar al anciano con un aspecto decente, sino porque no quería otra discusión más y mientras más rápido saliesen de con su suegro más rápido podría regresar a Ichiraku a pagar su cuenta y a crear una nueva.

Era una pena que Sakura estuviese fuera y que Ino se encontraba demasiado molesta con él; nadie podía aconsejarle.

Caviló mucho en lo que haría ese día mientras frente al espejo, apartaba la toalla de su rostro y veía su aspecto más descansado y fresco, bien afeitado y con el aspecto de un buen prospecto para una chica de la altura de Hinata.

Era una pena que su espíritu se sintiese de forma muy opuesta.

Suspiró ante la posibilidad de un rompimiento repentino. ¿Acaso sería así? Con palabras secas. Él ya se había disculpado y ella no se había mostrado demasiado receptiva. Le había pedido perdón más de una vez y Hinata no contestaba a nada. De hecho era él el que debía sentirse molesto y no ella.

Ahora iba con su suegro y no sabía qué tipo de ritual haría.

¿Acaso lo mandarían a saltar a un río en calzoncillos en pleno invierno? ¿Su suegro le haría un interrogatorio con ayuda de los Yamanaka?

Decidido a no pensar en eso, salió del baño y se dirigió de regreso al cuarto. Ya se había lavado los dientes y lo único que le faltaba ahora era elegir la ropa adecuada, pero hablando de eso, ¿cuál era la ropa...?

Tropezó con el bote de basura del cuarto tirando algunos papeles.

—Mierda —maldijo antes de agacharse y empezar a meter todos los papeles y... ¿qué era ese botecito que rodó por el suelo?

Lo tomó y lo observó bien, era un bote de pastillas verdes.

Naruto apresurado rebuscó entre su ropa sucia en la canasta naranja al lado de la canasta azul y sacó de su chaqueta un botecito igual.

—Este es de Sakura —dedujo Naruto viendo muy extrañado el bote en su mano izquierda mientras apretaba más el que estaba en su mano derecha, el que había salido de su chaqueta—. ¿La tiró a la basura sabiendo que esto le controlaba ese dolor?

Por poco la pierde agonizante de dolor, ¿y ella se atreve a tirar los medicamentos a la basura?

Pateó el bote de basura con un movimiento rápido y nada fuerte. Aunque se moría por hacerlo, sin embargo cuando los papeles de nuevo rebotaron por el suelo, hubo algo más que cayó que sin duda captó la mirada de Naruto.

Una braga amarilla estaba hecha una bola junto a muchos papeles.

Extrañado, Naruto la tomó entre sus manos; casi se echó para atrás cuando al desenvolverla, una gran mancha roja inundaba completamente la prenda.

¿Qué diablos significaba todo aquello?

«A ver» pensó Naruto viendo las ensangrentadas bragas en el suelo «hagamos cuentas, una braga de Hinata... ensangrentada, ella con dolores fuertes y Sakura e Ino dándole pastillas precisamente para esos dolores... pero Hinata tiró las pastillas que Sakura le dio... además...» ¡Además su humor estaba muy pésimo últimamente!

Un minuto.

Levantó la braga de nuevo y la examinó con mucho cuidado. Si algo te enseñaba bien el ser un ninja de élite, era que era fácil deducir que tanto tiempo llevaba un poco sangre en una prenda.

¿Un día o dos tal vez?

¡Oh! Así que era por eso.

¡𝐻𝑖𝑛𝑎𝑡𝑎! ¿𝐸𝑆𝑇𝐴𝑆 𝑀𝑈𝑅𝐼𝐸𝑁𝐷𝑂?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora