❁⁎✬⁂【:.1.:】⁂✬⁎❁

803 61 1
                                    

La puerta del baño fue tocada dos veces con mucha calma. Ya que después de todo, Naruto realmente había visto que Hinata había salido de la sala enojada y sin disposición de negociar nada.

—¿Hinata? —al no recibir respuesta tocó dos veces de nuevo, ésta vez pegando su mejilla derecha a la fría puerta de madera—. Hinata —cantó con una gotita de sudor resbalándole por la sien.

De hecho, si le preguntaban a Naruto, el problema habían pasado demasiado rápido y demasiado sorpresivo para su gusto. ¿Qué tan mal estuvo? Pues bien, nada grave, sólo una grave sesión de problemas que duró tres días que terminó en Hinata dándole un fuerte golpe en la entrepierna de pronto y sin razón alguna para después salir corriendo en dirección al baño hecha un mar de llanto mientras se disculpaba con él, quien, persiguiéndola (cojeando en el proceso) le decía que no le había dolido tanto; aunque la verdad era que sí le había dolido bastante.

—Hinata...

Las cosas pasaron (como se dijo antes) muy rápido. Hinata había preparado el desayuno como siempre....

.

.

-Tres días antes-

.

.

.

—Buenos días —le había dicho Hinata a un adormecido Naruto.

Éste aún rascándose los ojos y bostezando con su piyama puesta, entró a la cocina de donde procedía un olor tan llamativo que él olvidó por un segundo que al fin había acabado con su última misión antes de unas buenas vacaciones financiadas por Konoha por las festividades próximas.

—Buenos —bostezó perezoso—, días.

—Tranquilo, el desayuno estará listo dentro de algunos minutos; si quieres puedes darte un baño mientras tanto —le dijo Hinata regresando a los huevos estrellados en el sartén.

—No te preocupes, me bañé anoche cuando regresé —dijo Naruto estirando los brazos hacia arriba.

Y pues claro, hubo una época en la que Naruto, cuando regresaba de las misiones, no le preocupaba si entraba en sus colchas estando él completamente sucio empapado de sudor o no. Después de todo, sólo él aguantaba su peste. Se bañaba al día siguiente y nadie se enteraba de nada. Pero desde que Hinata y él se mudaron a un nuevo departamento donde cupieran los dos, después de dos años de noviazgo, los hábitos de Naruto tuvieron que cambiar radicalmente.

Secretamente, Naruto aún no se reponía del trauma que le había causado Sakura al recriminarle con cara de asco y espanto que asustaría a cualquier mujer (por muy enamorada que estuviese de él) si llegase a notar que en la soledad de su hogar era (técnicamente) un cerdo.

Por lo que cada noche al regresar de sus misiones, procuraba que Hinata no lo encontrase oliendo a sudor o todo cubierto de lodo. Se daba una ducha rápida (notado en el proceso ese simpático champó azulado con esencia de flor de loto entre los suyos con formas de dibujos animados con olores frutales) y regresaba a la cama que compartía con Hinata con toda confianza.

Ahora que tocaba el punto. La cama, otro problema si le preguntaban a él.

El defecto que conllevaba el tener a una novia tan tímida y pura consigo era que la cama era únicamente para dormir. Cosa que a Naruto le venía como una patada en las bolas.

Desde que conoció el otro uso que se les podía dar a los penes y a las vaginas, Naruto odió tener que contenerse a la hora de dormir; cielo santo, Hinata debió ser instruida para notar las erecciones de un hombre cuando las tiene enfrente. No era posible que siquiera se imaginara lo que le provocaba en cada movimiento de curvas al levantar cada cosa que él tiraba en el suelo. A veces él mismo con toda la intensión arrojaba sus kunais al suelo para deleitarse al menos unos segundos, lo admitía.

¡𝐻𝑖𝑛𝑎𝑡𝑎! ¿𝐸𝑆𝑇𝐴𝑆 𝑀𝑈𝑅𝐼𝐸𝑁𝐷𝑂?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora