Donde una adolescente tiene el poder y el deber de proteger a su ciudad, pero no sabe que hacer con su corazón.
O
Donde un adolescente se encuentra enredado en una telaraña de amor y no sabe como salir sin usar un "Cataclysm" que lo destruya todo a...
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Marinette se encontraba en su terraza hablando tranquilamente con su kwami Tikki, buscando una manera de que Marinette se atreviera a pedirle una cita a Adrien y planeando a donde ir en esa cita.
—¿Y por qué no lo invitas al cine?— Le preguntó Tikki a su portadora.
—Claro Tikki.— Responde sarcástica.—¿Te imaginas esa conversación?
—Oye Adrien, ¿te gustaría-? eh... em... bwaagh...— Imita la kwami con muecas graciosas a su portadora.
Marinette, al contrario de ofenderse, le sigue la corriente a Tikki, pues sabe de sobra que tenía toda la razón del mundo.
—Exacto. No puedo. Cuando lo veo empiezo a sudar y estoy apunto de desmayarme.— Explicó embelesada imaginándose la cara de su amor platónico sonriéndole solo a ella.
—Así que la única manera de hablar con él sería tener una conversación sin verle. ¿Verdad?— Analizó Tikki.
—Eso es.
—Hay una solución muy fácil, se llama teléfono. Solo necesitas su número.
—¡Y sé quién lo tiene!— Exclamó emocionada Marinette.
Marinette llamó a su mejor amiga Alya, estaba segura de que ella tenía el número de Adrien, era muy buena amiga de Nino y Nino el mejor amigo del rubio. Los había visto a los tres juntos en más de una ocasión, casi siempre por las mañanas pues era cuando Marinette llegaba tarde a clase.
—Buenas Marinette, ¿qué pasa?— Saludó y preguntó Alya en cuanto respondió a la llamada.
—Alya, ¿puedes venir a mi casa? Es sobre Adrien.
—Claro, estoy allí en diez minutos.— Y sin más dilación colgó la llamada.
Y tal y como dijo Alya llegó a casa de su mejor amiga, ansiosa por saber que querría Marinette sobre Adrien.
—Bueno chica, ya estoy aquí, ¿qué pasa con Adrien?
—Quiero invitarlo al cine.— Soltó sin rodeos Marinette.
—¡Genial! ¿Y cómo se lo pedirás?
—Pensaba hacerlo por teléfono.— Confesó Marinette un poco avergonzada.
—¿Por teléfono? ¿Por qué?—Preguntó confusa Alya.
—Ambas sabemos que no puedo hablar con él a la cara y que si lo hago solo digo tonterías.— Obvió Marinette.
—Bien visto. ¿Tienes su número?— Le preguntó Alya.
—No, por eso te he llamado.
—Pues tengo malas noticias chica, yo tampoco tengo su número.
