Orígenes 1/2

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La luz del sol se coló por las ventanas de una habitación llena de colores, despertando a la dueña de dicha habitación antes de que sonara su alarma

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La luz del sol se coló por las ventanas de una habitación llena de colores, despertando a la dueña de dicha habitación antes de que sonara su alarma.

Una chica de pelo único se levantó de su cama con sábanas de estrellas y fue al baño a hacer sus necesidades y a ducharse para salir ya vestida y peinada.

Fue a su habitación de nuevo para apagar la alarma y preparar su mochila. Una vez todo hecho fue al comedor a saludar a sus padres, quienes ya estaban desayunando.

—Buenos días.— Saludó la pelirrosa a su familia mientras iba a la cocina a por su desayuno.

—Buenos días.— Respondieron por igual sus padres a su saludo.

Colette fue a sentarse a la mesa para desayunar, escuchando de fondo el tiempo dado desde la televisión.

—¿Nerviosa por empezar nuevo año?— Preguntó la mujer de pelo castaño y ojos azules a su hija.

—Más bien nerviosa por empezar en un nuevo instituto, aún no entiendo como el Saint Hilaire* se quemó entero.

—Bueno no te preocupes, seguro que el Françoise Dupont es un buen lugar para acabar tus estudios.— Se unió a la conversación el hombre de pelo castaño y ojos marrones.

Ya terminado su desayuno, miró el reloj, 8:25, le quedaban 20 minutos para que empezaran las clases. Recogió su vaso de leche, ya vacío, y lo llevó al fregadero, se fue rápido a su habitación a por su mochila, se despidió de sus padres y salió de casa.

Bajando las escaleras de su edificio, se puso sus cascos inalámbricos y le dio play a su playlist y empezó a escuchar Roar de Katy Perry*.

Tarareando, fue caminando tranquilamente a su nuevo instituto, por suerte vivía mucho más cerca del Françoise Dupont que del Saint Hilaire.

Cruzando la Plaza de los Vosgos se encontró con un señor mayor arrodillado en el suelo buscando a ciegas, y con mucha dificultad, las gafas que habían tiradas en el suelo frente a él.

Colette no lo dudó ni un segundo para acercarse corriendo hacia el hombre, cogió las gafas y se las dio en la mano, para después ayudarlo a levantarse.

—¿Está usted bien señor?— Le preguntó preocupada.

—Sí, sí, muchas gracias jovencita, eres muy amable.— La elogió agradecido el hombre con camisa hawaiana.

—No ha sido nada señor, todos necesitamos ayuda de vez en cuando, y todos deberíamos ayudar a los que la necesitan.— Le sonrió enternecida al señor.

—Unas sabias palabras jovencita, las recordaré.

La pelirrosa, al no saber cómo responder, simplemente amplió su sonrisa y amablemente se despidió de aquél agradable señor, para seguir con su camino hacia su nuevo instituto.

Al llegar intentó buscar las taquillas, pero había tantas puertas que acabó perdida y sin saber qué puerta ya había abierto y cuál no, optó por seguir su plan B, preguntar a alguien.

The Spider Loves the Chat | Chat Noir x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora