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Liam se alisó el saco que llevaba, donde se había formado una arruga durante el recorrido al centro. Había dudado mucho sobre lo que debía ponerse para la reunión con Zayn y optado al fin por un traje de un azul pálido, un tipo de ropa que se ponía pocas veces. El despacho de Malik estaba situado en una de las numerosas torres de oficinas que dominaban el centro de Chicago. Había aparcado en una rampa cercana y, una vez en el vestíbulo, había dedicado unos minutos a descansar y recuperar la compostura.

Todo aquello era muy raro. Con contrato o sin él, no se podía forzar a nadie al matrimonio, aunque no podía evitar pensar que esa boda podía solucionar algunos de sus problemas más apremiantes, como el de dónde vivir cuando lo echaran de su apartamento o cómo juntar dinero para recuperar el negocio.

—No lo amo—murmuró para sí. Y repitió mentalmente esas palabras como una
especie de mantra. Se alisó el saco de nuevo y se dirigió al ascensor. Cuando salió en el piso de Malik Comercial Properties, se encontró con unas puertas de cristal. Una recepcionista guapa se sentaba detrás de un mostrador circular y le sonrió al verlo entrar.

—Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarlo?

—Quiero ver a Zayn Malik.

—Usted debe de ser el jóven Payne—la joven salió de detrás del mostrador—.
El señor Malik ha pedido que lo lleve a su despacho. Ahora está en una reunión, pero no tardará en llegar. ¿Quiere que le traiga algo?

Liam hubiera querido pedir un frasco de Valium. —No, gracias, estoy bien.

La recepcionista lo guió por un pasillo
largo y abrió una puerta situada al final.

—Le diré al señor Malik que está aquí.

—Gracias.

Cuando se quedó solo, Liam miró a su alrededor, demasiado nervioso para
sentarse. Tomó una foto de un pastor alemán que había en el escritorio.

—Se llama Thurgood.

Liam se volvió y vio a Zayn de pie en el umbral, con el hombro apoyado en la
jamba. El corazón se le paró y tuvo que tragar saliva con fuerza.
—Es bonito —murmuró.

—Es un sinvergüenza y lo destroza todo, pero lo adoro. ¿Tú tienes animales de
compañía?

Liam no contestó. No había ido allí a conversar amigablemente. Sacó la copia del contrato. —Me has enviado esto—dijo.

—Sí—sonrió Zayn.

—¿Por qué?

—Creo que está claro en la carta —repuso él.

—No puedes hablar en serio —Liam miró el contrato—. Cuando hicimos esto, habíamos bebido whisky y champán.

Zayn sacó una mano que llevaba a la espalda y le tendió un ramo de roas.
—Para ti —dijo sonriente—.Rosas inglesas. Tus predilectas, ¿no?

Liam sintió un escalofrío en la espalda y su resolución vaciló. Sólo tenía que
sonreírle y él aceptaba cualquier cosa. Gimió interiormente. Sólo llevaba unos
minutos en su presencia y sus fantasías regresaban con fuerza.

—Vas a necesitar algo más que rosas y este contrato ridículo para conseguir que
me case contigo.

Zayn dio un paso hacia el castaño, sin abandonar la sonrisa. —Pues dime lo que quieres, Liam.

Liam se arriesgó a mirarlo con detenimiento. Sus rasgos, infantiles en otro tiempo, habían adquirido una cualidad más dura. Parecía poderoso, decidido. Si de verdad se había empeñado en el matrimonio, estaba en apuros. Porque,
cuando Zayn Malik quería algo, encontraba el modo de conseguirlo. Maldijo en silencio su pulso, que latía con fuerza, y el sonrojo que cubría sus mejillas.

Legalmente suyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora