Plantado // [Katsudeku]

4. Confesión

Hoy era lunes y el joven peliverde pecoso se dirigía a la UA, solía pasar los fines de semana en casa y regresaba a las instalaciones del colegio los lunes por la mañana.

En el trayecto del autobús, navegaba por su celular distraídamente, más que nada hacía eso por hacer algo. No sabía que era lo que veía ni escuchaba por medio de sus audífonos, solo pasaba de publicación en publicación.

Dio un vistazo a la ventana para asegurarse de bajar en la parada correcta. Usualmente el que hacía eso era Kacchan, pero le había dicho que iría a los dormitorios ayer y que no lo esperara.

Reconoció la parada y se fue acercando a las puertas del bus para bajar en cuanto se detuviera este.

Ya en el campus de la UA, solo siguió caminando distraídamente hasta su aula. Verdaderamente parecía un zombi, pero es que, no lo pueden culpar; un día no fue suficiente para procesar todo lo ocurrido en el parque de diversiones. 

No salían juntos desde primaria, pues la verdad no era necesario hacerlo para verse. Estando en el mismo colegio y siendo sus madres muy amigas, ya convivían mucho. Además, al apuntar tan alto como lo es querer ingresar a la UA, no descuidaron los estudios, ambos eran muy dedicados. De todas maneras, acordaban verse en la casa del otro para estudiar o para trabajos grupales.

Sin embargo esta vez no había sido un mero encuentro de estudios. Todo lo que hicieron fue divertirse como los jóvenes que eran; reír, sonsear y jugar. Ya sea compitiendo por un peluche que no necesitaban ni querían realmente, influenciando al otro para arriesgarse a probar cosas nuevas o pasando solo un rato tranquilo sentados lado a lado. 

Podría decir que incluso el gran moretón que tenía ahora en la rodilla fue un buen recuerdo, aunque ahora le doliera.

Entró a su aula saludando a todos sus compañeros que ya se encontraban ahí, saludó a Kacchan al pasar a sentarse detrás de él, recibió un "hola, nerd" como usualmente.

Las clases transcurrieron normales, aunque se sintieron mejor que nunca para Izuku, estaba de muy buen humor y se sentía en las nubes. Ni siquiera Iida pudo borrarle la sonrisa cuando empezó a regañarlo por no poder asistir al entrenamiento de atletismo hasta que su rodilla esté lo suficientemente mejor y seguidamente recomendarle cremas para untar y ayudarlo a recuperarse. En la hora de almuerzo no tenía idea de lo que hablaba su grupo de amigos por estar picando a la comida y de vez en cuando comer un pequeño bocado y masticarlo con tranquilidad.

No notó la nerviosa mirada dirigida a él durante toda la jornada escolar.

Cuando estuvo dispuesto a irse a ver la práctica de baloncesto salió de su ensoñación en cuanto sintió como lo tomaban del brazo al salir del aula, deteniendo su andar.

—¡Deku!

Dio un salto y miró a la persona que lo había interceptado.

—Yo... ¡disculpa! —Dijo la castaña con pena soltando su agarre.— estaba llamándote, pero no respondías

—Oh, lo siento Uraraka-san, estaba algo distraído

—Deku-kun

—¿Sí?

—Debo confesar que yo...

Miró con extrañez y preocupación el nerviosismo de Uraraka.

—¿Estas bien?

—¡Debo decirte que me gustas! —Exclamó mirándolo con decisión y un sonrojo plasmado en su rostro.

Fue como si Izuku hubiera pisado el freno a fondo y se hubiera detenido todo bruscamente.