3

523 50 16
                                    

"Preguntas"
🤍💙

Leo finalmente estaba por llegar a su casa. Había sido un día largo, pero seguía sorprendido por la noticia que les dieron a él y a su familia. ¿Donnie como padre? Oh, ya tenía muchas bromas preparadas para él en cuánto su sobrino o sobrina naciera.

La tortuga adulta no dejaba de pensar...¿Cuándo dejaron de ser adolescentes? El tiempo se había sentido muy corto. Ver a sus hermanos siempre le traía hermoso recuerdos de su adolescencia. No podía imaginar a Donnie siendo un padre responsable y cuerdo. Pero, la realidad es que los años lo habían cambiado un poco. Abril lo había cambiado. Por ende, estaba seguro que la llegada de ese bebé lo cambiaría por completo.

La gran tortuga estaba a poco de llegar. Conducía una motocicleta que Donatello le había regalado hace unos años. Eran ya las diez de la noche. Si su esposo hubiese estado en casa seguro lo regañaría por estar a esas horas en la ciudad, pero aprovechando que él estaba con su tía en Japón todavía, decidió pasar la tarde completa con los Hamato O'neil. Y ahí estaba, su hermosa casa a la orilla de la playa. Yuichi y él habían decidido que cuando se casaran, iban a vivir más alejados de la ciudad, en un sitio con menos ruido y pacífico. Y fue justo lo que consiguieron.

Leo se bajó de la moto, la estacionó y soltó un respiro de cansancio pero su sonrisa era visible. Había sido un buen día.

Al entrar el olor a aire fresco y la ligera brisa al entrar lo hizo sentir tan feliz. Y el olor de las flores que su esposo cultivaba lo hacía sentir más que bienvenido. Mientras encendía las luces cálidas de su hogar las fotografías de él y Yuichi aparecían, eran el mejor adorno de su hogar. Tantos recuerdos...La verdad es que Leo lo decía todo el tiempo, pero se sentía el mutante más afortunado por haber conseguido un compañero como ese precioso conejo. Aún recuerda cuando lo conoció, eran tan solo unos niños en ese entonces...

Media vez se cambió de ropa a unos shorts y una playera floja, decidió ir a prepararse la cena. Unos minutos después, su teléfono sonó. Se secó las manos y decidió atender. El nombre de quién llamaba lo hizo sonreír demasiado.

-- Buenas noches, ¿hablo con el esposo más atractivo del mundo~? ¿Qué tal algodoncito~? -- oh si, ya imaginarán cómo Leonardo enamoró a Yuichi Usagi.

-- Si estás ebrio te juro que patearé tu trasero cuando vuelva. - sonó serio el contrario, pero a la vez con una risa contenida.

-- Uhhh~ no me digas. No me tientes, ¿eh? Porque me tienes muy solíto, ¿sabes? - era un juego que tenían, los dramas de Leo solo los comprendía y seguía él.

Ambos soltaron una risa.

-- Ya, pero en serio...te hecho de menos, cielo. -- Su voz se suavizó. En la otra línea estaba un conejo de tez blanca y vestido con una Yukata de color cian y unas pantuflas.

-- Awww, pero a penas llevo fuera una semana, Leo. Además has estado con tus hermanos, ¿no? -- se sentó en un sofá.

-- De hecho sí, hoy los vi. Tengo algo increíble que contarte sobre ellos. ¿Recuerdas la tonta apuesta qué hicimos sobre quién de ellos sería padre primero? -- El de orejas rojas de sentó a la orilla de su cama con una taza en mano.

-- Espera...¿No estarás insinuando que Donnie...? -- estaba a punto de echarse a reír.

-- Le debo a papá una yukata nueva.

Misión PaternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora