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𝙲𝚘𝚗𝚝𝚒𝚎𝚗𝚎: 𝚟𝚒𝚘𝚕𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊 𝚏𝚊𝚖𝚒𝚕𝚒𝚊𝚛, 𝚟𝚘𝚌𝚊𝚋𝚞𝚕𝚊𝚛𝚒𝚘 𝚜𝚞𝚋𝚒𝚍𝚘 𝚍𝚎 𝚝𝚘𝚗𝚘, 𝚜𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎, 𝚌𝚘𝚛𝚝𝚊𝚍𝚊𝚜, 𝚖𝚎𝚗𝚌𝚒ó𝚗 𝚊𝚕 𝚜𝚞𝚒𝚌𝚒𝚍𝚒𝚘 𝚢 𝚖𝚞𝚌𝚑𝚘𝚜 𝚝𝚛𝚊𝚞𝚖𝚊𝚜.

。⁠:゚𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒐𝒔: 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒐 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 2𝒅𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆.゚⁠:⁠。

Suspire, una vez logré estar conciente y no notar señales de mi "padre", me permití abrir un ojo, mi vista estaba bastante nublada, pero conocía ese lugar como la palma de mi mano.
Seguía en el suelo, sintiendo algo mojado recorrer mi rostro hasta acabar en alguna parte de la habitación, era obvio que era sangre; ese líquido rojo ahora inundaba mi cuerpo.

Si tenía sangre, los golpes fueron a otro nivel. Mori solo me sacaba sangre si estaba demasiado enojado, golpeando sin parar, sin pensar y sin preocupación alguna. Eran pocas las veces que sucedía, siempre lo pensó bien y se detenía luego de algunos cuantos golpes. Al día siguiente iría a la universidad y nadie se daría cuenta, nadie nunca sabría que abajo de la tela habían golpes, cortadas, cicatrices, posiblemente mordiscos y moretones.

Nadie tenía porqué saberlo de igual manera.

Intenté ponerme de pie dos veces, fallandolas totalmente. El dolor que recorría mis huesos era terrible. Y, realmente estaba tan acostumbrado que ni siquiera tenía lágrimas, recentimiento o cualquier emoción, claro; aunque "no sintiera el dolor", seguía ahí, y al parecer mi cuerpo sufría por ello.

Quisiera que Elise estuviera aquí. Ella me abría ayudado, siempre lo hizo. Elise me ayudó, me cuidó cada que estaba tan lastimado como para levantarme.

Una pena. Había peleado un día antes de que desapareciera. Me llegó un amargo sabor, de pronto el dolor de estómago se sumó en mi cuerpo.

Lo que me faltaba, me sentía mal por pelear con esa mocosa. Tampoco es que nos llevábamos mal, pero tampoco nos dejábamos a nuestra suerte, éramos nosotros contra Mori; preferimos hacer tregua y ayudar al contrario en lo que pudiéramos, pero eso no significaba que éramos buenos hermanos. Estaba seguro de que Elise me odiaba, así como yo a ella.

Pero no evitó la culpa y las ganas de tenerla al frente mío, mirándome con esos dos grandes ojos decorados por el cielo, aunque estaban apagados, sin emoción alguna; ella siempre sonreía y se presenta amable ante cualquier situación.

Espero que esté bien, en donde sea que esté; Elise es fuerte, una gran niña, no merece el mismo destino que mi madre.

Ella no merece morir.

Una fuerte punzada llegó al sentarme, sentía la cabeza a la nada de explotar. Con pasos cuidadosos fui hasta el piso de arriba, tambaleandome cada que mi vista se nublaba.

Haber estudiado medicina me salvaba, creo que en mis adentros la verdadera razón fue para saber curarme cada que salía lastimado.

Me costó, pero luego de unos minutos tenía vendado el lugar. Me había roto una parte de la cabeza, de ahí venía la sangre que recorría mi mejilla y desaparecía para ir directo al cuello y por último a mi ropa. Era asqueroso estar así, pero tampoco me podía quejar o hacer algo, varias de mis prendas tenían sangre que jamás fue removida, no tenía sentido quitarla.

𝑩𝒓𝒂𝒔𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐 𝒂𝒎𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆𝒓||𝑫𝒂𝒛𝒂𝒊 𝑶𝒔𝒂𝒎𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora