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Luego de algunos segundos afuera el grupo volvió a la tienda. Inhale profundo, sintiendo como el aire pesado entraba a mis pulmones para hacer todo el recorrido y volver a salir; el sonido fue casi inexistente al exhalar. Cada vez la cuidad olía peor.
Me quedé mirando afuera; a algunos cuerpos amontonados, carros destruidos y la cuidad misma como la conocíamos hecha un campo de guerra.

Observé al pequeño grupo de tres andar por la tienda, buscando algunas cosas. La verdad no preste atención hasta que un sonido llegó a mi oído.
Mi cabeza había estado volando de un lado a otro en estas últimas horas, creando planes, pensar en Odasaku, en Mori. Estaba sobrecargada de muchos pensamientos, los cuales solo quería correr y correr hasta escapar de ellos.
Si quería morir tanto, ¿Por qué mi mente pensaba distintos planes para vivir?
¿Por qué podía sentir remordimiento por la muerte de Odasaku y sus últimas palabras? Fue algo muy apresurado y sin sentido, pero pongámonos en el presente, ¡Nada de esto tiene sentido! Desde su muerte, el contrato, la purga, hasta ahorita mismo en donde me encuentro sentado sin ningún propósito! Al menos las tres personas que me acompañaban desde lejos tenían motivos para vivir y luchar.

Sus mentes seguido estaban igual o peor que la mía, pero al menos ellos tenían un motivo.

Fijé mi vista en la ventana rota, El sol se estaba ocultando poco a poco, si mis cálculos no fallaban eran por ahí de las 3PM, lo que significaba que pronto iba a a oscurecer y todo se pondrá más peligroso.
Si estaba vivo para entonces realmente lo lamentaria. En este momento, solo los más fuertes, inteligentes, capaces y manipuladores estaban con vida. Cada uno se había ganado su oportunidad de vivir; ellos merecían esa vida, yo no.

—¿Tanto cuesta encontrar un motivo por el cuál vivir?— Susurré para mí mismo, un medio chillido se escapó de mis labios por la misma fuerza de intentar no gritar.

Otra vez el chirrido de la puerta llamo mi atención. El grupo había entrado al almacén, o eso parecía.
Por fin logré salir de mi "escondite", me pareció tan estúpido que no me lograrán ver. Estaba en una pose tan fácil de alcanzar, y aún así sus ojos no lo lograron.
Haciendo a un lado los pensamientos que inundaban mi cabeza, caminé.

La puerra era de madera, algo desgastada y con algunas astillas por fuera.

—No parece ser tan vieja.— Volví a hablar conmigo mismo. La curiosidad picaba en mis manos vendadas por entrar, pero me fijé en el tubo metálico a un lado del lugar.
Una sonrisa brillante se dibujo en mi rostro, agarre la primera vara que logré ver, algo que soportara el impacto.

Choque la vara con el tubo provocando un estruendo en el lugar, bastante seguro que alguno, o todos, lo escucharan.
Espere unos cuantos minutos para volver a hacer el mismo ruido, mi sonrisa cada vez se hacía más grande, imaginarme sus caras y lenguaje corporal, llenos de miedo y confusión. ¡Tan divertido!

Acerque mi oreja a la puerta, sentí la textura rasgosa pegar con mi oreja. El movimiento y lo que estuvieran haciendo se detuvo. ¿Momento perfecto para hacer un tercer golpe? ¡Por supuesto!

Hice el mismo golpe. Solté una risa lo suficiente suave para nadie la lograra escuchar.
La situación era tan cómica, tres golpes y en ninguno dieron por revisar el causante del sonido, pide haberlos matado desde el primer momento que los mire, aún así seguían siendo ignorantes de su entorno.

Seguía sin lograr percatar algo de ruido, ¿tal vez se murieron del miedo? Sus pequeños rostros llorando del miedo, sin saber si la muerte los alcanzará pronto, mi sonrisa se agrandó y volví a dar otro golpe más.

Cuatro golpes en total, este último más cerca del lugar con cualquier objeto que ví por ahí, ni siquiera me importaba de dónde viniera el ruido, mi meta era asustarlos.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2023 ⏰

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𝑩𝒓𝒂𝒔𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐 𝒂𝒎𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆𝒓||𝑫𝒂𝒛𝒂𝒊 𝑶𝒔𝒂𝒎𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora