VI

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Ahora estaba frente a su edificio, una sensación de nervios se presento en mi estómago, mi ansiedad empezaba a meter dudas si venir había sido una buena idea, pero ya estaba aquí. Me adentré al edificio y luego usé el elevador, afortunadamente ese día lo había acompañado y sabía cual era su apartamento.

Me detuve una puerta antes de llegar a la suya, me sudaban las manos y las pasé rápidamente por mi pantalón, respiré profundo y analicé bien todo lo que iba a decir. Me paré firmemente frente a su puerta, y golpeé tres veces.

–¿Si? -asomó la cabeza y luego me miró-. Hola Grace, ¿todo bien? ¿que haces aquí? -su expresión parecía desconcertada.

–Hoy no estabas en la cafetería y quería saber si estabas bien, por que además te tenía un regalo. -moví mi mochila para que le prestará atención a esta.

–Oh si, sucede que quería despejar un poco aquí dentro, y sacar mis materiales de pintura, de hecho terminando iba a ir a verte, pero me ganaste; entra. -se hizó a un lado y me dejó pasar, definitivamente había ordenado el sitio.

–Quedó bien, ahora la que dormirá aquí seré yo. -me reí mientras miraba lo bien que estaba el resultado.

–No me molestaría, tu toma asiento. -desapareció en un pequeño cuarto, y luego regresó para sentarse a mi lado.

–Toma, -saqué el libro envuelto de mi mochila y se lo entregué-. No pude evitar pensar en ti cuando llegó a la tienda.

Lo tomó, me miraba mientras yo hablaba y cuándo termine empezó a quitar la cinta adhesiva de los lados y lo sacó lentamente dejando ver la portada de colores aperlados; sus ojos se iluminaron y dejó ir una sonrisa similar a la de un niño pequeño en navidad. Pasaba las páginas mirándolas con detenimiento, estaba atónito.

–Gracias. -dejó el libro de lado y me abrazó sin previó aviso, era un abrazo cálido y sincero.

–Oh no agradezcas, es el regalo perfecto para ti. -nos separamos mientras le acariciaba el hombro.

–De hecho aproveché para sacar mis materiales de pintura, ven. -me tomó de la mano y me llevó al cuarto de dónde había salido hace un rato-. Usaba este cuarto para pintar, y con el tiempo había quedado abandonado, pero planeó volver a usarlo.

Miré toda la habitación, estaba pintada de verde olivo, en el rincón había lienzos de diferentes tamaños, y una caja de madera con pinturas y a lado una caja más pequeña con pinceles, brochas y espátulas; en la pared estaba un sillón rojo oscuro con cojines de una tonalidad más clara. Las paredes adornadas con cuadros, había uno de flores de Van Gogh, y un pequeño espejo en la otra pared, enfrente del espejo estaba un banco alto de madera oscura; y justo en medio de la habitación quedando como protagonista del espacio, estaba el caballete con un lienzo rectangular en blanco.

–Vaya, este cuarto es muy lindo, es como un pequeño rincón de creatividad -caminé hacía las cosas y pasé delicadamente mis dedos por los materiales.

–Pensé muy bien en lo que me dijiste el otro día, buscar a alguien para proponerle la idea de que la quería pintar. -tomamos asiento en el sillón mientras Joseph hablaba mirando mis manos-. Y tengo a la persona ideal en mente, pero no se sí mi propuesta sea tan atrevida para el poco tiempo que nos conocemos. -creo que ya tengo una idea de lo que diría a continuación-. La persona eres tú, Grace, eres alguien digna de plasmar en la pintura, pero lo que quiero hacer... -lo interrumpí.

–Que no te de pena pedirlo. -el estaba con la cabeza un poco agachada, solo pude intentar que mis ojos conectarán con los suyos.

–Quiero pintarte desnuda. -me miró directamente a los ojos, parecía ansioso por escuchar mi respuesta.

ℓα ¢нι¢α ∂єℓ ραяαgυαѕ »→ נσѕєρн qυιηη Donde viven las historias. Descúbrelo ahora