Capítulo 7

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A la mañana siguiente despertó en la cama, su cabeza dolía un poco, abrió los ojos y se dió cuenta de que no estaba en su departamento. Se sentó en la cama, talló sus ojos y observó con detenimiento la decoración de la habitación. Las paredes pintadas de azul, a lado de la cama había una mesita de luz con unas baquetas de batería sobre ellas.

— ¿Estoy en la habitación de Steven? — Pensó en voz alta. Se levantó de la cama, estaba vestida, eso la alivió un poco. Bajó por las escaleras y se dirigió a la sala, en el sofá había alguien durmiendo; por curiosidad asomó la cabeza y vió una cabellera rubia. — “¿Durmió aquí para no incomodarme? Qué tierno” — Pensó a la vez que una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Fue directo a la cocina, abrió la nevera buscando algo que comer. Decidió hacer panqueques, sacó los huevos, la harina, la manteca e hizo la mezcla en solo cinco minutos. Encendió la ornalla, colocó una sartén con un poco de manteca, con un cucharón agarró la mezcla y la dejó caer sobre la sartén ya caliente.

— Hey, buenos días — Murmuró el rubio acercándose a Yoshiko. — ¿Haces el desayuno? — Sonrió.

— No tienes nada en tu nevera, ¿cómo haces para subsistir? — Preguntó a la vez que con la espátula daba vuelta el panqueque.

— Normalmente no solemos desayunar, los chicos se despiertan tarde, algunos no aparecen hasta pasadas varias horas — Se encogió de hombros. — ¿Puedo ayudar?

— Claro — Le entregó la espátula, Yoshiko se encargó de hacer más masa para panqueque para los demás ya que pensó que solo estaban ellos dos. — No sabía que todos vivían en la misma casa — Dijo mientras colocaba la masa en la sartén.

— Compramos está casa hace un par de meses — Explicó. — Así nos es más fácil componer las canciones en lugar de ir a la casa del otro varias veces. Nos basta con reunirnos en la sala y discutir nuestras ideas — Cuando terminaron de hacer los panqueques dejaron el resto para los demás sobre un taper.

En cuestión de minutos ya habían terminado de desayunar. Yoshiko limpiaba lo que había usado y los dejaba en su lugar, Steven de vez en cuando ayudaba y otras veces se distraía con la espuma del detergente.

— Pareces un niño pequeño que descubre por primera vez la espuma — Dijo en broma.

— ¡No me culpes! — Llenó sus manos de espuma. — ¡Es muy divertido! — Le sacó la lengua cual niño. La pelinegra solo sonrió de manera tierna, le resultaba muy adorable el pequeño Steven.

Miró la hora en el reloj, marcaban más de las doce la tarde. Mordió su labio en frustración.

— Debo irme — Dijo yendo a buscar sus zapatillas.

— Y que nos la estábamos pasando bien — Hizo un adorable puchero.

— Lo siento, todavía tengo que terminar con mí tesis — Dijo mientras se ataba los cordones. — Ya sabes, debo ir a fotografiar varios lugares — Suspiró.

— ¿No quieres que te acompañe? — Insistió.

— No quiero aburrirte — Desvío la mirada.

— ¡Prometo no aburrirme! — Exclamó, Yoshiko soltó una risita.

— Bien, iremos primero a mí departamento, tengo que buscar mí cámara — Dijo.

— Espera, tengo que cambiarme de ropa — Subió corriendo los peldaños de la escalera, la joven se fue a sentar en el sofá a esperarlo. Cinco minutos después bajó nuevamente corriendo, se acercó a Yoshiko y con una sonrisa en su rostro dijo.

— Ya estoy, ¡vamos! — Ambos salieron de la casa, caminaron un par de cuadras hasta llegar al departamento de Yoshiko. Ingresó al edificio, tomaron el ascensor y la pelinegra presionó el botón del piso cinco.

Illusion «Steven Adler» [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora