Capítulo 2

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Lucas arrastró a Kun hasta el coche y lanzó el escuálido culo del desagradecido mocoso en el asiento del pasajero. Después, cerró la puerta, rodeó el coche, y entonces se tomó un momento para recuperarse.

Su corazón, que había estado golpeando de miedo desde el momento en que había descubierto que Kun faltaba, ahora martilleaba con furia y una gran dosis de frustración. Cómo podía Kun continuar ignorando las reglas, cuando sabía los peligros a los que podía enfrentarse, hizo que Lucas quisiera agarrar al hombre más pequeño por los hombros y tratar de meter algo de sentido común en su rubia y linda cabeza.

Lucas tomó un par de respiraciones antes de ir al lado del conductor y subirse al volante. Lanzó su mirada en dirección a Kun, listo para atacarlo, algo que Lucas encontró que hacía cada vez más con una frecuencia alarmante. Pero esta vez, algo en el comportamiento de Kun lo quebró.

Kun estaba sentado, con los hombros encorvados y su costado presionando contra la puerta, como si quisiera poner la mayor distancia que fuera posible entre ellos dos. Su cara estaba inclinada hacia abajo, pero Lucas podía ver la desesperación estampada en ella.

Eso era nuevo. Kun tenía la tendencia de ser muy expresivo, por lo que Lucas había visto al águila tratar de ponerse muchas máscaras. De ira, odio, felicidad, diversión, y esas no eran todas. Pero nunca antes había visto a Kun tan desolado, como si estuviera a dos pasos de acurrucarse en una bola y poner punto y final.

El cambio repentino de los estados de ánimo de Kun, dejó perplejo a Lucas cuando recordó que, momentos antes, Kun había estado dándole los típicos comentarios de bocazas. Tan estúpido como sonaba, hasta el pelo de Kun parecía triste, su rubio flequillo en forma de pinchos, caía sobre sus ojos marrones igualmente pensativos. Se mordía el labio inferior con los dientes tirando del anillo de oro que adornaba ese pedazo de carne.

—¿En qué estás pensando? —le preguntó Lucas finalmente, con ira en su voz.

Kun cambió su mirada hacia los lados, sus normalmente calientes ojos marrones, estaban ahora sombríos, húmedos y recelosos. —Lo siento. Sé que siempre te digo lo mismo, pero es realmente cierto en este momento.

—¿Sientes haber desobedecido mis órdenes una vez más, o que te haya atrapado?

—Ambos —dijo Kun, con vacilación.

Lucas, frustrado, se pasó una mano por el pelo. Era eso, o ceder al impulso de envolver los dedos alrededor de la garganta de Kun.

—Se podría pensar que un año en cautiverio te habría enseñado una lección. ¿Quieres acabar de nuevo en la jaula de un negrero?

Kun murmuró algo ininteligible.

—Repite eso y dilo más alto en esta ocasión —replicó Lucas.

Kun tiró de un mechón errante de su rubia cabellera mientras continuaba mordiendo su labio inferior. Justo cuando Lucas estaba a punto de repetir su última orden, Kun dijo: — No, por supuesto que no quiero terminar allí. No tienen cable y sólo tienen acceso telefónico a internet.

Lucas decidió centrarse en la primera parte de la respuesta de Kun y pasar por alto la sarcástica segunda mitad. —Pues me has engañado, porque correr por tu cuenta es una forma bastante segura de lograr ser capturado de nuevo. Lo peor es que trajiste a uno de los hermanos pequeños de Yunho contigo. No creo que Yunho hubiera sido indulgente con los cambiaformas aves si Ren hubiera sido secuestrado.

—Nunca le pedí que viniera conmigo. Solamente me siguió. De hecho, le dije específicamente que se fuera a casa al menos tres veces. Pero puede ser muy terco a veces.

—¿En serio? —Lucas dio una carcajada—. Eso es sorprendente viniendo de ti, si tenemos en cuenta que te niegas obstinadamente a escucharme.

—Trato de seguir todas tus órdenes. Pero a veces pierden el rumbo.

Serie de los CP 11 - Los Lamentos de KunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora