007.

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Leroy le había insistido tanto a su madre en querer ir al desierto, que isa se hizo el tiempo de poder cumplir con su petición

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Leroy le había insistido tanto a su madre en querer ir al desierto, que isa se hizo el tiempo de poder cumplir con su petición. Aprovechó que ese día sus amigas fueron a ver a su selección jugar, y que su familia había ido a comer, así que solo serían ellos dos.

La noche anterior había buscado algo de información al respecto, y no había nada de lo que pudiera quejarse y que les impidiera ir.

— ¿estás seguro? — le preguntó por tercera vez, mientras colgaba la mochila de leon de su hijo en su hombro.

Temía que en cuanto llegaran al desierto leroy se arrepintiera y el dinero y su día fuera desperdiciado.

— segurísimo — repitió, asintiendo con la cabeza.

— ¿no vas a asustarte con los camellos?.

— no, mami.

Isa asintió con la cabeza, fijándose en que el peluche de su hijo seguía en la cama.

— ¿vas a dejar a marley aquí?.

— si, no quiero que se pierda en el desierto. Además le puede dar mucha sed.

— tienes razón — esbozó una pequeña sonrisa. — ¿nos vamos? — el niño le extendió sus brazos a su madre y ella lo levantó para salir de la habitación.

Bajaron por el ascensor mientras leroy se acurrucaba en el hueco del cuello de isa como de costumbre.

Al llegar al vestíbulo la inglesa se dirigió de inmediato a la puerta de salida, sin embargo leroy la interrumpió.

— mira mamá, antoine — al escucharlo, isa giró sobre sus talones para darse cuenta de que antoine estaba a unos cuantos metros de ellos, conversando con los recepcionistas. — ¿puedo ir donde él?.

La ojiazul no tuvo tiempo ni de responder cuando leroy ya se había bajado de sus brazos para ir donde antoine estaba. El frances se giró algo confundido pero al encontrarse al niño su expresión se relajó.

— hola, leroy — le dedicó una pequeña sonrisa. — ¿que haces aquí?.

— mamá y yo nos íbamos, pero te ví y quise venir a saludar — se encogió de hombros.

Antoine buscó a isabelle con la mirada, mientras ella se encontraba a varios metros cruzada de brazos esperando a su hijo, algo intranquila con la situación.

¿Por qué tenían que encontrárselo en todos lados? ¿Acaso se multiplicaba?.

— ¿donde iban? — preguntó el frances, volviendo a dirigir su mirada al niño.

— al desierto. ¿Quieres venir con nosotros?.

— no sé si a tu mamá le guste mucho la idea.

— a mamá le caes bien.

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