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Se había vuelto costumbre oír los sermones de su padre durante el desayuno y antes de irse a dormir cada noche, se había vuelto costumbre los mensajes a través de Ilus que enviaban los Sully hacia la aldea tras haberse marchado por conflictos con los humanos. Se había vuelto costumbre sentirse solo incluso acompañado de Rotxo o el resto de sus amigos. Se había vuelto costumbre el sentir poco interés por las carreras acuáticas que había contantemente. Se había vuelto costumbre huir de sus responsabilidades cada tarde en secreto para escabullirse al árbol de almas en soledad. Se había vuelto costumbre el amor y cariño que sentía por los recuerdos de aquel Omatikaya que yacía muerto desde hace meses, con un cuerpo podrido y un espíritu que se negaba a aceptarlo. Y se había vuelto costumbre escapar de su realidad para pasar repetidos momentos con alguien que jamás tocaría en vida de nuevo.

– Ya llegué, Neteyam.

– Te veo, Ao'nung.

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– ¡No puedes seguir así! Eres el futuro líder, no puedes huir de tu deber.

– Solo fue un rato, padre...

– ¡Seis horas! ¡Seis! Jamás terminaste lo que debías, lo dejaste a medias y huiste con mentiras. ¿Para qué? ¡Dime!

– Para ver a Neteyam ...

– ¡Para verlo! ¿Que ves? No son más que memorias, recuerdos, ¡Con un muerto, hijo!

Tsireya ignoraba aquel resondrón que le daban a su hermano a causa de sus travesuras. No podía meterse más, aunque quisiera, pues no estaba del lado del que debería. Su padre la castigaría si se enteraba que era quien cubría muchas veces esas escapadas.

– Neteyam sigue vivo si lo recordamos, si sigue vivo en nuestro interior.

– Hijo, óyeme, no es como ves, es solo recuerdo y cariño a tu fraternidad con él. No hay más. Hasta los Sully lo superaron y partieron. Tienes un lazo con él, que te está distrayendo.

– Papá, Neteyam es el amigo más sincero, bueno y compatible que he tenido. Un Omatikaya cómo él, es muy igual a mí.

– Escúchame bien, si sigues huyendo, te alejaré de ese árbol, ¿entendiste? Te prohibire todo contacto con esa alma.

Aquella advertencia de su padre, que consideró amenaza, bastó para preocuparlo. ¿Cómo pasaría tiempo con su amigo? Tampoco podía arriesgarse a que lo alejen de él.

– De acuerdo. – Respondió con un mal semblante. – Si lo pones así, te haré caso. No como padre, sino como el líder que eres. – Se levantó y reverenció levemente – Con permiso, iré a dormir.

Fue lo último antes de salir de ahí, directo a su cama para descansar sin querer agobiarse más por como haría para no perder contacto con el difunto Sully.

——————


Trató de dormir pacífico, para comenzar a trabajar desde temprano en sus deberes, pero como podía conciliar el sueño si la idea de no poder hablar más con aquel chico lo mataba, pues apenas entendía que no lo tendría más en vida, ¿cómo podría perderlo en alma?

Tampoco tenía otra opción, debía hacer sus deberes, tenía responsabilidades más que otros por ser un futuro líder de su gente.

– Neteyam... ¿Que hago? Por Eywa, que estoy perdido.

Nuevamente, salió de su casa, salió de la playa y se sumergió al mar, tras tal rocío helado de la noche.

Se acercó a aquel nido de almas que contenía a su amigo, pero no sé vínculo. No fue a ver a Neteyam cómo cada tarde, sino como cada noche rogaba a Eywa su regreso.

Contra todo | Aonung × Neteyam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora