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— Hace tres años. —

Pasó una semana desde la última vez que Abigail había visto a Julián. Lo que era bastante inusual para los ambos ya que, normalmente, pasaban el tiempo en cualquiera de sus cuartos escuchando música, viendo una película, hablando de la vida, contando chistes raros. etc.

Julian no había respondido a ninguno de sus mensajes durante dias y ella empezaba a sentir como si algo le hubiese molestado.

Normalmente respondía en minutos, incluso si estuviese ocupado. Por lo que algo no iba bien y la morocha tenía cierto miedo de averiguar que era.

Mirando por la ventana de su cuarto, lo observó irse por la puerta principal de la casa de los Alvarez, caminando hacia su auto.
Sin pensarlo, aprovechó la oportunidad para correr escaleras abajo y saludar a su mejor amigo.

Gran error.

— ¡Julian! — El cordobés giró su cabeza con el sonido de esa voz conocida, pero no parecia muy feliz de ver a Abby parada frente a él.

— Abigail. Hola. — Sonrió.

— ¿Dónde andabas? — Sonrió viéndolo. — No te he visto en años. — Expresó de forma exagerada con intención de hacer reír a su mejor amigo.

— Ocupado.

— ¿Está todo bien? — Preguntó. — Tampoco me contestaste ningún mensaje. Estoy preocupada
— Soltó, acercándote a él.

— Estoy bien. — Sus palabras eran frías, nada que ver con lo que Abby acostumbraba escuchar de él.

— ¿Seguro? — Dudó. — Porque no pareces contento de hablar conmigo.

— Capaz porque no lo estoy. — Replicó haciéndola retroceder unos pasos.

— ¿Eh?

— Dios, dejame en paz. Deja de ser tan dependiente y buscate amigos o algo. — Habló con veneno, soltando palabras que resonarían en la cabeza de Abby. — Tengo que salir. Chau. — Dijo subiéndose al auto y tomando camino.

Ese fue el momento en el que Abby sintió por primera vez lo que era un corazón roto. Un corazón en pedazos. Sientiendo un vacio que nadie sería capaz de llenar en los próximos años.

Esas fueron las últimas palabras que ella había recibido de Julian. Su mejor amigo, las palabras que aún la perseguían en sueños porque no tenía ni idea de lo que había hecho y de por qué el cordobés habia dicho esas cosas. Después de eso, no volvió a atenderle el teléfono ni respondió a ninguno de sus mensajes, ni siquiera era capaz de mirarla cuando se cruzaba con ella.

Julian básicamente dejó de considerarla una persona real y Abigail no tenía idea porqué, lo que fue probablemente lo que hizo que esa situación la siga acechando tiempo después.

Aquel día, Abby corrió a su cuarto y lloró desconsolada hasta sentir que no podía mas, deseando nunca haberse hecho amiga suya, deseando que Julian nunca le hubiera dicho que estaría ahí para siempre. Lloraba por su corazón roto. Pensaba que sabía lo que era ese sentimiento, pero todo lo que pudo haberle pasado antes no tenía nada que ver con el dolor que sentía después de haber escuchado esas palabras de ese chico especial.

Lloraba por la posibilidad de haber perdido a su mejor amigo, su apoyo, el hombro en donde llorar. Él tendría que haber estado ahí para arreglarla, para sujetarla, para decirle que todo iba a salir bien. Julian no era el que se suponía que la haría llorar en primer lugar.

"— Siempre te protegere."

Lloraba porque el único chico que nunca pensó que iba a hacerle algo así la había lastimado, un chico al que quería más que a nada.

— ¿Alguna vez besaste a alguien? — Julian preguntó mientras ambos estaban recostados en el pasto mirando las estrellas.

Era una linda noche de verano, los dos estaban de vacaciones y normalmente pasaban las noches en el patio de Abby hablando de cosas aleatorias.

A ella siempre le había fascinado todo lo que tenía que ver con las estrellas y el espacio exterior, así que esta era una de sus actividades favoritas.

— No.

— ¿Y no queres? — Susurró tímidamente Julian mientras su mejor amiga volteaba a verlo.

— ¿Qué? ¿Ahora?

— Si. Tipo, es lo mejor que podría pasar ¿No? Practicar, antes de que alguno de los dos tenga pareja. — Explicó de forma tonta. Gesticulando con las manos. — Tenemos confianza y me podes decir si soy malo besando.

— Bueno.

— ¿Si? — Estaba sorprendido de que haya aceptado.

— Si, dale. Además, somos vos y yo. No pasa nada. — Sonrió Abby mientras ambos se iban acercando hasta que sus labios se chocaron en el medio.

No sabían que hacer, sus labios eran suaves y ninguno sabia que seguía después de eso.
Lo que era sorprendente para ellos era lo bien que se sentia besarse. Podrían no tener ni idea de como besar en ese moemento o que hacer después de eso, pero si algo sabían es que se sentía bien, como estuviesen hechos para besarse.

Julian fue el primer amor de Abby. Pensando en esa noche, nunca se dio cuenta de lo mucho que tendría que haber valorado ese momento, valorado esa amistad que habían compartido, ya que parecia que se había acabado antes de lo que ella pensaba.

Fue su primer beso. El momento en el que sus labios chocaron por primera vez fue el momento en el que se dio cuenta de que se había enamorado de su amigo de la infancia.

Y fue el primero en romperle el corazón. Julian se llevó su corazón con él cuando cerró la puerta del auto ese día. Y no fue hasta dos años y medio después que Leandro, su actual novio, apareció y empezó a arreglar las cosas.

Era feliz con él, era genial.

¿Pero se había olvidado de Julian? No.

¿Había olvidado lo que le dijo ese día? No.

¿Esas palabras daban vueltas en su cabeza cada vez que algo parecia ir mal con Leandro? Si.

Julian la había destrozado y a pesar que deseaba poder decir que lo odiaba, no lo hacía. Aún había una parte de ella que lo echaba de menos y extrañaba al chico castaño y a sus preciosos ojos marrones. Esa parte de Abby esperaba que algún día supiera por qué su Juli dijo todas esas cosas aquel día. ¿Acaso fue culpa suya que se fuera y nunca volviera a tu lado?

"— ¿Sabes? Siempre seremos vos y yo contra el mundo".

Mentiras.

Aún te pienso | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora