03.

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Julian dudaba si dar un último paso y estrechar a la chica que tenía frente a él entre sus brazos. Dudaba porque no sabía como reaccionaría Abby y porque tampoco sabía como reaccionaria él mismo al estar tan cerca de ella otra vez.

Aún recordaba la última vez que se habían acercado tanto, fue en la boda de uno de sus primos, tres semanas antes de que todo se desmoronara.

¿Querés bailar? — Julian le sonrió, extendiendo su mano para que la tomara.

— Soy pésima bailando, lo sabes. — Abby se rió pero se levantó igualmente. Total, ¿Quién era ella para decirle que no a Julian?

— Callate. — Dijo mientras la acercaba a él para que pudiera apoyar su cabeza en su hombro. Ese lugar en el que Abby más segura se sentía. "Wanted" de Hunter Hayes sonaba de fondo, haciendo que el corazón de la morocha se volviera loco.

— Cualquiera puede decirte que eres preciosa, te lo dicen todo el rato, sé que te lo dicen. Pero tu belleza va más allá del maquillaje y te quiero enseñar lo que veo esta noche. — Julián cantaba la canción en voz baja. Su voz provocaba escalofrios a Abby en la columna, deseaba que no sea solo la canción lo que el cordobés estaba diciendo. Deseaba que le dijera realmente esas palabras.

— Y quiero llamarte mía, quiero tomar tu mano para siempre y nunca dejarte olvidarlo. Quiero que te sientas deseada, mujer, quiero que te sientas deseada. — Julian dejó un suave beso en la frente de su mejor amiga mientras la canción terminaba con el sonidista poniendo otra más movida.

Abby comenzó a reír cuando vió a Enzo acercarse a ella, moviendo sus caderas al ritmo de "I wanna dance with somebody".

— Voy a ser el que arruine el momento y perdón pero. — Hizo una pausa. — Quiero bailar con alguien. — Enzo rió y tomó la mano de Abigail haciéndola girar. Mientras que Julian se posaba a un lado tentado de risa de ver lo incómoda que su amiga parecía estar.

Ahí fue cuando él se dió cuenta. Justo en ese momento lo entendió. Estaba enamorado de ella. El mundo se trataba de Abby y nadie más que Abby, era su todo. La consideraba única.

No sabía si era el alcohol o la desesperación de ver como Julian dudaba que hicieron a Abby estrecharlo entre sus brazos.
Dejó las lágrimas caer en su pecho, lágrimas que él habia provocado. Y Julian odiaba verla así. No deseaba nada más que volver atrás en el tiempo e impedir que la alejaran de sus brazos. Pero sabía que había sido lo mejor para él.

¿Verdad?

— Perdón Abby. Perdón. — Susurró mientras movia su mano por su espalda de arriba a abajo para que se calmara.

— No tenes derecho. — Negó con su cabeza sumergida en su pecho. — No tenes derecho a hacer esto Julian. No puedo dejar que me lastimes así otra vez. Esto se va a terminar y en unos minutos te vas a ir otra vez. No puedo. — Lloró con fuerza, soltado el agarre de sus brazos provocando que él la atrapara. Y Abby sabía que había sido un error.

— No mereces llorar por mi. Estás mejor así Abby, sin mi.

— ¿Qué estoy mejor? — Preguntó, liberándose de sus brazos. — ¿En serio decís que estoy mejor? ¿Qué ese día y tus palabras no siguen en mi cabeza?

— Abby. — Julian empezó a hablar, pero a este punto la morocha ya había tenido suficiente. Había tenido suficiente de ver como no se daba cuenta del increible daño que le había hecho. Había tenido suficiente de verlo ahí diciéndole cuanto lo sentía.

— Cada vez que algo va mal con alguien que me importa ¿Sabes en qué pienso? Cada vez que Leandro no me contesta los mensajes, me siento así otra vez. Estoy sentada en casa, esperando a que me diga lo aburrida y dependiente que soy. O lo mucho que me odia. O las ganas que tiene de romper conmigo y de sacarme de su vida. Eso es lo que hiciste Julian, cuando te fuiste sin explicación alguna. Agarraste todo mi amor y lo destrozaste. Me rompiste Julian. — En ese momento las lágrimas rodaban por sus mejillas sin intención de parar. — ¿Alguna vez escuchaste sobre la responsabilidad afectiva? — Preguntó irónica. — No tenes derecho a quedarte ahí y a decirme que lo sentís, porque no tenes ni idea de lo que me hiciste sentir ¿Y la peor parte? Eras el único que pensaba que nunca me haría eso. Nadie, literalmente nadie me podría haber lastimado así. Me prometiste que nunca lo harías, pero lo hiciste. No tenes ni idea porque seguro que no te movió nada echarme de tu vida. — Había soltado todo al fin, tanto dolor e incertidumbre había salido de ella hasta el punto de sentir que le fallaban sus rodillas derrumbándose en el duro cemento. Si Julian no hubiese estado ahí para sujetarla, habría caído al suelo derrotada, llorando incontroladamente. Pero Julian la sujeto, porque siempre estaba ahí para sujetarla ¿No?

Aún te pienso | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora