016.

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Solo Julian y Abby ¿No?

Eso es lo que los dos se siguieron diciendo a si mismos durante las últimas cuatro semanas. Después de que tuvieran "la charla", los dos se las habían ingeniado para volver a ser como antes sorprendentemente rápido, y sería mentira si Abby dijera que no le daba miedo. ¿En serio era tan fácil?

Julian le había hecho daño y ahí estaba, tumbada en sus brazos en la cima de la pequeña colina, disfrutando de su presencia a su lado. Escuchar el latido del chico en su oreja, sentir como le daba besos en su cabeza y oír su dulce voz mientras señalaba otra estrella la hizo darse cuenta de que solo estar con Julian juntaba las piezas rotas que estaban dentro de ella.

Los dos habían pasado el día después de "la charla" haciendo nada más que hablar. Hablaron sobre lo que el otro se había perdido en los últimos tres años. Mientras hablablan de pequeñas cosas que hacían pasado en sus vidas, Abby se dió cuenta de que ninguno había dejado de cuidar al otro. Julian sorprendentemente sabía mucho sobre las cosas que le habían pasado y ella sabía más de él de lo que pensaba.

También hablaron de Leandro. Para Abigail, no había mucho de que hablar. Después de que le dijera esas cosas, no quería volver a ver su cara otra vez y estaba segura que en cuanto Julian lo vea no volvería a ser tan lindo como antes. Él aún estaba enfadado, aún se arrepentía de no haber aprovechado la oportunidad de pegarle a su ex-novio y deseaba que hubiese sido él y no Enzo el que lo hizo.

Leandro la había llamado unas dos veces, pero se rindió rápido. Algunos de sus amigos en común le mandaron un mensaje, preguntaron sobre la ruptura y le dijeron que Leandro la echaba de menos, a lo que respondió que estaba cien por cien harta de él y que sabía exactamente lo que había hecho mal. Y aunque aún le gustaba Leandro como esa persona que la había ayudado en los momentos malos y no había nadie que pudiera quitarle eso, también sabía que estar en una relación con él era algo que no quería para ella.

Y si había una persona que estaba más feliz porque Julian y Abby habían vuelto a hablar que ellos mismos, era Enzo. El chico fue a visitar un rato a su mejor amigo y casi hace una voltereta para atrás cuando los vió durmiendo en la cama, justo como en los viejos tiempos.

¿Quién sos vos? — Abby despertó por una voz que estaba claro que no era la de Julian. La persona de la que provenía la voz le pellizacaba la cara constantemente, haciéndola gruñir. Abrió los ojos para encontrarse con los ojos más intensos que había visto en su vida.

Se había perdido el primer día de clase después de las vacaciones de verano porque había estado enferma durante los últimos dos días y los padres de Abby decidieron que sería buena idea dejarla quedarse en casa otro día. Aunque estar enferma no le impidió pasar tiempo con su mejor amigo. Por supuesto que sus padres le habían dicho que no podía pasar la noche en casa de Julian, pero el chico insistió tanto en cuidar de ella y en que no le importaba enfermarse también que los dos padres sabían que no había manera de separarlos. Y sabían que si decían que no, Julian de alguna manera se las ingeniaría para entrar a su cuarto.

Así que ahí estaba, siendo despertada en mitad del día, y sintiéndose más pesada que antes.

— ¿Vos quien sos y donde esta Julian? — Murmuró mientras se iba levantando poco a poco.

— Yo soy Enzo, ¿Vos? — El morocho sonrió mientras se sentaba en la cama de Julian al lado de Abby.

Abby. — Meditó. — ¿Qué haces acá? — Decir que estaba confusa por la cara desconocida en la habitación de Julian era quedarse corto.

— Juli me invitó a jugar a la Play. Se fue a buscar comida. — Enzo se encogió de hombros.

— Claro, pero. — Pensó sus palabras. — ¿Quién sos? — Dijo remarcando la primera palabra mientras se incorporaba antes de mirar a Enzo.

Aún te pienso | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora