Pronto los muros del castillo en ruinas se alzaron en la bruma del amanecer.
Sangriento Amanecer
La cola del cometa acuchilló el amanecer y a la luz roja del sol naciente, durante un breve instante, pareció como si el cometa estuviera sangrando mientras viajaba a través del cielo. Todas las lechuzas se habían metido en sus huecos del Gran Árbol de Ga'Hoole para dormir. Es decir, todas las lechuzas excepto Soren, que estaba posado en la rama más alta del árbol Ga'Hoole más alto del mundo. Miraba el horizonte en busca de una señal, cualquier señal de su querido maestro, Ezylryb.
Ezylryb había desaparecido hacía casi dos meses. El viejo Autillo Bigotudo, de hecho, el maestro más viejo, o "ryb" como se les llamaba, había volado del gran árbol en una misión aquella noche de verano para ayudar a rescatar lechuzas de lo que ahora se conocía como el Gran Abatimiento. Decenas de jóvenes lechuzas huérfanas habían aparecido misteriosamente esparcidas por el suelo, algunas heridas de muerte, otras aturdidas e incoherentes. Ninguno de ellos había sido encontrado cerca de sus nidos, sino en un campo abierto que prescindía de árboles con huecos. Era un completo misterio cómo habían llegado hasta allí esos jóvenes mochuelos, la mayoría de los cuales apenas sabía volar. Era como si hubieran caído del cielo nocturno. Y una de esas lechuzas había sido la hermana de Soren, Eglantine.
Después de que su hermano Kludd le empujara del nido casi un año antes y de que los violentos y depravados búhos de San Aegolius le capturaran, Soren había perdido toda esperanza de volver a ver a su hermana o a sus padres. Incluso después de haber escapado de San Aegolius con su mejor amigo Gylfie, un pequeño Mochuelo Duende que también había sido capturado, Soren seguía sin atreverse a albergar esperanzas. Pero entonces Eglantine había sido encontrada por otros dos queridos amigos: Twilight, el Cárabo Lapón, y Digger, el Mochuelo Excavador, que habían volado con otros búhos la noche del Gran Abatimiento en innumerables misiones de búsqueda y rescate. Y Ezylryb, que rara vez abandonaba el árbol, salvo para cumplir con sus responsabilidades como líder de la brigada de la interpretación del clima y de la brigada de colliering, había volado para intentar desentrañar los extraños sucesos de aquella noche. Pero nunca regresó.
A Soren le parecía tremendamente injusto que, cuando por fin había recuperado a su hermana, su ryb favorito hubiera desaparecido. Tal vez fuera una forma egoísta de pensar, pero no podía evitarlo. Soren sentía que la mayor parte de lo que sabía lo había aprendido del viejo y gruñón Autillo Bigotudo. Ezylryb no era lo que cualquiera llamaría simpático a la vista, con un ojo entrecerrado perpetuamente, la pata izquierda destrozada hasta el punto de que le faltaba una garra y una voz grave que sonaba como algo entre un gruñido y un trueno lejano... no, Ezylryb no era precisamente simpático.
"Un gusto adquirido", había dicho Gylfie. Bueno, Soren ciertamente había adquirido el gusto.
Como miembro tanto de la interpretación del clima como de la brigada de colliering, que volaban hacia los incendios forestales para recoger carbón para la forja de Bubo el herrero, Soren había aprendido sus habilidades directamente del maestro. Y aunque Ezylryb era un maestro severo, a menudo gruñón y que no toleraba tonterías, era, de todos los rybs, el más ferozmente devoto de sus alumnos y de los miembros de sus brigadas.
ESTÁS LEYENDO
El rescate
Teen FictionDesde que Soren fue secuestrado y llevado a la academia San Aegolius para Lechuzas Huérfanas, ha anhelado volver a ver a su hermana Eglantine. Ahora, Eglantine ha vuelto a la vida de Soren, pero ella ha tenido que sufrir un calvario demasiado terrib...