El rescate

Capítulo 21

Buenas Luces

Octavia se deslizó por una rama del gran árbol y escrutó el cielo. La noche se había rajado como una prenda desgastada a través de la cual pronto empezarían a vislumbrarse los primeros haces de luz de la mañana. Había tenido el presentimiento de que Soren y su pequeña banda harían algo después de que ella los descubriera en la cámara secreta. Aunque no había nacido ciega, había llegado a poseer los extraordinarios instintos y sensaciones de las otras serpientes ciegas. Y ahora que Octavia se deslizaba hacia la rama, sintió que algo volaba hacia el árbol. Se enroscó y giró la cabeza. Algo venía de lejos. Algo agitaba el aire. Las vibraciones parecían ondular a través de sus escamas. Entonces oyó el grito del vigía. "¡Búhos a dos puntos al norte del este! ¡Gran Glaux! ¡Es Ezylryb volando en punta! ¡Ha vuelto! ¡Ha vuelto!"

Lágrimas comenzaron a brotar de los ojos ciegos de Octavia. "¡Ha vuelto! Ha vuelto" susurró.

El Gran Árbol de Ga'Hoole comenzó a temblar con el sonido de las lechuzas. De cada hueco salieron volando lechuzas -nivales y moteadas, cornudos y grises, duendes y pigmeos-, para posarse en las miles de ramas y celebrar el regreso de la mejor de las mejores brigadas, y del mayor ryb del gran árbol: Ezylryb.

A medida que la noche se iba convirtiendo en día, mientras Soren, Gylfie, Twilight, Eglantine y Digger se acurrucaban en la seguridad de su hueco, la bella música de las cuerdas del arpa empezó a deslizarse por las ramas del gran árbol viejo. La voz de Madame Plonk, tan encantadora, tan inquietantemente hermosa, tan bella como las estrellas más lejanas, se elevó en la pálida luz. Soren oyó la suave respiración de Eglantine a su lado. Sabía que en una hondonada muy por encima de la suya, Ezylryb probablemente estaba masticando una oruga y tal vez, a la luz del fuego de su rejilla, leyendo un viejo libro. Desde la abertura de su agujero, Soren podía ver la constelación del Pequeño Mapache, con su pata trasera arañando el cielo otoñal antes de deslizarse hacia otra noche en otro mundo, en otro lado de la Tierra. La voz de Madame Plonk brilló a través del árbol. Luego oyó el sonido líquido más hermoso brotar del arpa. Parecía envolverlos a todos en su música. Él, por supuesto, no lo sabía, pero Octavia, vieja y gorda como era, acababa de saltar tres octavas por primera vez en años. Estaba tan feliz que se sintió de nuevo como una joven esbelta. Casi podía ver las notas flotando en la última oscuridad de la vieja noche para tocar el amanecer.

"Buenas luces", dijo Soren en voz baja, y lo dijo siete veces, por cada uno de los búhos que había guiado en su búsqueda para reparar un mundo roto y rescatar a un maestro amado.

"Buenas luces", volvió a decir. Sin embargo, todos estaban profundamente dormidos.

En un hueco en lo alto del lado noroeste del Gran Árbol de Ga'Hoole, un viejo Autillo Bigotudo se sentó en su escritorio por primera vez en meses. Se estremeció al arrancarse una pluma de su ala de estribor. Por alguna razón, siempre le crecían las mejores plumas en el lado de estribor. Luego sacó un nuevo trozo de su mejor pergamino de escritura, sumergió la pluma en un tintero y empezó a escribir.

En un bosque oscuro y enmarañado

el humo y las chispas ardientes enredando

los árboles, el cielo, la luna en lo alto

Se escuchaba a Glaux suspirando

Con metal enmascarada,

Una lechuza bramaba.

La brigada que no rompa

la esperanza en su última hora.

Las ramas destellantes,

luz en noche intimidante,

en la máscara danzando

¡De un demonio del pasado!

Nueve eran los testigos,

de esos ojos tan sombríos,

garras en el aire brillando,

rasgando, apuñalando y desgarrando.

Así que en esa noche oscura y enmarañada,

Para la lucha la brigada se levantaba,

garras en rojo y plumas chamuscadas.

La guerra inicia, ¡la batalla se ha ganado!

Ezylryb suspiró profundamente y dejó su pluma mientras el resplandor de la mañana se filtraba en sus cámaras.

(Nota: Muchas gracias por seguir la traducción. Esperar el siguiente libro, El Asalto, para el próximo día de muertos)