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𝟕.
HABLO EL MÁS FIEL

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PORTO ALEGRE, BRASIL
Junio 2019


–Dale, flaco, ¿ahora te vas a poner fifí con el alcohol? –le dice Ota a Ángel cuando el segundo rechaza un shot de absenta.

–No, boludo, es que si vuelvo en pedo, Jorgelina me mata –explica Fide.

–Nah, rescatate, wacho, dale. Ganamos y eso amerita a una noche en pedo, dejate de joder –Ota le pone el shot en la cara y Fideo termina por agarrarlo, poniendo los ojos en blanco pero igual soltando una risa.

Leandro los observa, riendo, y después se encarga de su propio shot: usa uno de los fósforos para prender el chupito, deja que la llama arda por unos segundos y después la cubre con la mano para apagarla; aspira el vapor que rebalsa del vaso por debajo de su mano y después se traga la absenta de un saque. Al verlo, Ota y Rodrigo lo aclaman. Leandro, por su parte, hace una mueca de disgusto ante el sabor anisado y levemente amargo del absenta; siente como el ardor del alcohol cae por su garganta en cascada, haciendo que se le cristalicen los ojos.

–Está fuertísimo esto, che –le dice el de ojos azules a Paulo, que está a su lado.

–No sé. Yo ya me tomé dos.

Leandro se ríe por la nariz y se reclina en el asiento, esperando que el alcohol del chupito de absenta más el del vaso de cachaza que ya se bajó empiecen a hacer efecto. Generalmente, no suele tener motivos en particular para emborracharse (lo cual, a pesar de que no debería, es algo que hace muy seguido), pero esta vez, el mensaje sin leer de Camila en su celular es fundamento suficiente para querer olvidarse de todo por un rato.

Reservaron una zona completa del restaurante por aquella noche ya que no quieren molestias, están relajados desde el partido y no quisieron tener que preocuparse por paparazzi o seguridad. Por este motivo, se encuentran los veintitrés miembros de la selección aislados del resto de la clientela en aquel agradable restaurante, comiendo y bebiendo. Incluso Scaloni está sentado en una de las cabeceras, charlándole a Messi y Armani distraídamente, a la vez que, divertido, lo observa a Otamendi liderar la escabiada. 

Pasa un rato de charla entre los jugadores de la selección argentina, terminan de comer entre risas y empiezan a boludear los unos con los otros. Son eso de las once de la noche. Paulo se tomó un vaso de cachaza, por lo que está medio entonado, pero no llega a estar borracho. El que sí lo está es Leandro a su lado, que se nota que está pasadísimo de copas, porque está parado y bailándole a la música que sale de los parlantes, con un daiquiri en la mano, los ojos cerrados y los anteojos de sol puestos. Muy en una.

La victoria contra Catar aquel día más la clasificación a cuartos de final no implican haber ganado la Copa América, todavía les quedan partidos decisivos, pero la selección argentina usa cada oportunidad de triunfo para festejar y mantener los ánimos arriba. Empezaron con el pie izquierdo, pero tienen fe.

Dos meseras se acercan por un momento para retirar los platos de la mesa y los jugadores no tardan mucho más en dejar aquel restaurante. Los más cansados enfilan de vuelta para el hotel, pero varios – entre ellos, Leandro – salen a buscar un boliche. Paulo le prometió a Isabella que volvería temprano, pero sabe que ella la pasa bien sola, por lo que no se preocupa y eventualmente decide seguir al grupo de monos que quieren salir a bailar.

Encuentran un club a tan solo unas cuadras del hotel, presentan los DNIs y en menos de veinte minutos, la mayoría están en la pista de baile, descociéndose al son de música brasileña, con luces estroboscópicas de todos los colores entumeciéndoles los sentidos. Paulo no se inhibe de pedirse algunas copas más y lo ve a Leandro, que ya se está bajando un chupito de pinga.

FUCK | l. paredes & p. dybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora