Camino por el campus jalando mi maleta y bolso hasta llegar a mi residencia a comparación de muchas de mis compañeras de primer año, a mi nunca me llamó la atención entrar a una hermandad o fraternidad, en su lugar solo comparto lugar con Layan, puede ser una descorazonada a veces pero es muy buena compañera y podría decir que amiga.
Eso, y porque su papá insistió en pagar un sitio solo para ella, papá también insistió en hacerlo pero a mi no me gusta estar sola por eso cuando Layan me propuso irme a vivir con ella acepte de inmediato, y aún que mi padre insistió en pagar la mitad de los gastos el señor Ghazali se negó.
Subo las escaleras con mis maletas acuestas por que por ningún motivo usaría yo el ascensor, los odio y les tengo mucho miedo a los lugares cerrados, claustrofobia es como se llama el miedo a los lugares cerrados o muy pequeños, en años anteriores mamá me llevó a terapia ya que ella dice que no es normal pero el terapeuta le aclaro que es una condición que tienen muchas personas.
Cuando por fin logró llegar al piso tres estoy jadeante los cabellos se me pegan en la parte de atrás de la nuca y seguro estoy sonrojada por el esfuerzo. Tengo sueño, hambre y ganas de tomar una ducha, las horas de vuelo de Phoenix a Inglaterra no hicieron nada bueno por mi, a eso tengo que sumarle las dos horas y pocos minutos del aeropuerto acá.
Me detengo frente a la puerta rebuscando la llaves en el bolso que cuelga de mi hombro, cuando logró abrir la puerta por un momento me quedo paralizada viendo como Layan y un tipo que no recuerdo a ver visto están casi follando en nuestro sofá. Trato de ignorarlos y caminar hacia mi habitación entonces mi jodidas llaves caen al suelo en un mal movimiento lo que hace que me presten atención.
—Lo siento —levanto las manos en señal de paz —. Yo no veo nada, solo quiero ir a mi habitación.
—¡Annie! Volviste — Laya empuja al tipo desconoció para levantarse —. Te esperaba hasta el domingo.
—Se te ve un pezón —le informo mirando hacia otro lado, a lo que ella baja su mirada ve su pezón al aire y sin nada de sutileza lo pone una vez más dentro de su blusa de tirantes finos.
Se encoge de hombros. Mi mirada va al desconocido que me parece familiar pero no sé de dónde. Va sin camisa y el botón y la cremallera de su jeans están abierto eso sin contar la muy notable erección, tiene el dorso muy bien trabajado el cabello de un café muy claro y los ojos café oscuros.
—El ya se iba, ¿cierto cariño? — le informa al desconocido que estoy segura que más que irse quería venirse.
El tipo frunce el entrecejo antes de darle un leve asentimiento mi amiga por otro lado camina hacia mi muy quitada de la pena para envolverme en un abrazo.
—Eres una sucia —susurro, en su oído solo para que ella pueda oírme y ella suelta una risita por lo bajo apretujándome entre sus brazos.
—En mi defensa es tu culpa.
Es todo lo que dice antes de alejarse una vez mas hacia el desconoció que ahora se está poniendo la camisa y ya lleva el jeans abrochado.
—Nos vemos luego belleza — y casi quiero rodar lo ojos por la frase tan trillada que acaba de decir.
—Hola chica bonita y adiós— camina hacia la puerta pero en última instancia se detiene y me ve por encima del hombro —. Estoy seguro que nos estaremos viendo muy seguido— dicho eso sale cerrando la puerta detrás de él.
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Casi Algo
Teen FictionEl amor suele ser aterrador e impredecible. Muchas veces tratamos desesperadamente se huir de el y este se empeña de mantenerse con nosotros de manera aterradora. Por qué mientras más rehuimos de el, este más presente se hace y es que muchos piensas...